jueves, marzo 29, 2012

Decisiones emocionales

Cumplió los 16 el día anterior a la huelga y eso fue fantástico, porque un miércoles se convirtió en un viernes. Llevaron una tarta y unas cervezas al Cerro para celebrarlo y por fin habló con ese chico del colegio, un año mayor que ella, que tanto le gustaba desde hacía meses. Charlaron de música y de Gran Hermano. Él no soportaba a la Milá, a ella le encantaba. Después él le preguntó si había leído el libro de Orwell y ella lamentó para sí no haberlo hecho. Él le soltó un rollo sobre los estados totalitarios y el control a los ciudadanos, y después le habló de la huelga, de los trabajadores y de lo importante que era ir a la manifestación para que cuando ellos buscasen trabajo lo hubiese en unas condiciones dignas. Ella asentía absorta y solo quería que la besase, cosa que hizo antes de despedirse y que fue el mejor regalo de cumpleaños con el que podía soñar. Sus amigas la sometieron a un tercer grado cuando volvieron a casa. Ella iba descalza, con los tacones embarrados en la mano, pero sus pies no tocaban el suelo.

Al día siguiente, el día de la huelga, salió de su casa, en la avenida de la Constitución, para ir a casa de su abuela, en la calle San Bernardo. Se cruzó en el parque infantil con varias personas que llevaban pegatinas de la UGT en la chaqueta y pensó en la huelga, en lo que él le había dicho sobre ella y en lo que decían en su casa. Su padre había ido a la oficina con más ganas que nunca, escandalizado por la poca responsabilidad de hacer una huelga en una situación así. “Menudo país” dijo al irse. Su madre también se había ido al Corte Inglés, donde trabajaba, porque según había dicho no tenía ganas de perder 120 euros por una huelga que no iba a cambiar nada.

Pensando en cuál sería su postura entró en la calle Corrida y pasó por delante de una trifulca entre varias personas. Un numeroso grupo que portaba pancartas y carteles llamaban esquiroles e insultaban a los dependientes de las tiendas mientras entraban y salían de ellas amenazantes. Varios transeúntes comenzaron a increparlos: “¡Dejadles trabajar! ¡Un poco de libertad!”. Ella apretó el paso y se alejó del jaleo asustada.

En la plaza del Carmen le llegó un Whatsapp. ¡Era él! Le decía que si quería ir a la manifestación con él, que estaba frente a la iglesia de San José con unos amigos. Ella dudó. Miró a la derecha, en dirección a casa de su abuela, y hacia la izquierda, en dirección a la plaza del Humedal.

Casi siempre las decisiones políticas tienen mucho más de emocional que de racional. Y ella, joven e ilusionada, ahora solo quería mirar al futuro.

Los vecinos y las ideas

El jueves fue un día triste para mí. Es horrible que algunos no pudiesen ir a la huelga por miedo a que sus jefes tomasen represalias, y es horrible que algunos que quisieron trabajar no pudiesen hacerlo por miedo a que los piquetes les fastidiasen el coche de camino a su empresa o les rompiesen las lunas o el mobiliario de sus comercios. Y lo más triste es que esta dialéctica llena de violencia la libran trabajadores y pequeños empresarios, que son también trabajadores, mientras los grandes especuladores, los que quieren que el sistema siga igual -o peor- para nosotros, miran desde lo alto y ven cómo sus marionetas (políticos y representantes sindicales) juegan su papel de generales de dos ejércitos comandando soldados hechos con el mismo barro. El Capital, la propiedad privada, se originó de manera violenta. “Esta tierra es mía y la heredarán los míos. ¿Quién se opone?” dijo el más fuerte. Y sobre este hecho se escribieron las leyes y se formaron ejércitos para que la violencia no se hiciese explícita en cada disputa. El jueves vi a vecinos escupiéndose e insultándose en la Calle Corrida. Fue un día horrible. Mi madre siempre dice que si algún día les pasase algo a mi padre o a ella, los primeros que podrán auxiliarles, por cercanía física, o llamar a una ambulancia, son los vecinos. Y da igual lo que el vecino piense del Gobierno, de la deuda externa o de la reforma laboral. Creo firmemente en que todos deberíamos tomar partido en las cuestiones sociales. Nada me molesta más que un “yo paso”, pero de ahí a no darnos cuenta de que el de al lado, aunque piense diferente, es un igual, y alguien que podremos necesitar en un momento determinado, media un abismo. No paro de decir que esta es un crisis de valores, y revertirlos es muy difícil, sobre todo porque a ese pequeño grupo de personas que maneja el Mercado no lo tenemos cerca, y porque ellos tienen todas las herramientas para influir en nuestra concepción de mundo, en nuestras esperanzas y en nuestros proyectos de vida. Y no solo porque de ellos depende que la organización sea una u otra, sino porque fomentando unas ideas, una cultura, nos invitan a pensar que ha de ser una u otra manera. Las ideas tienen vida propia, y muchas veces es la inercia la que mueve el mundo. Por eso las ideas son tan importantes en los cambios sociales, y los hechos solo funcionan a corto plazo. Inocular una idea tiene más fuerza a largo plazo que una bomba. Pensarán que soy un blando, pero me dolió haber visto a vecinos, hechos del mismo barro -y ambos queriendo salir de él-, escupiéndose. El mundo puede que sea una mierda, pero la violencia no lo mejora.

jueves, marzo 22, 2012

¿Razones para creer?

Hace dos semanas les conté en un texto titulado “Alegría y esperanza” cómo un niño aquejado de una extraña y desesperanzadora enfermedad me había trasmitido una luz que yo no veía por estar en el lodazal anímico de la crisis. Una charca desde la que solo veo que los actores políticos y económicos nos arrastran al fondo. Una situación que me hace perder la fe en el ser humano; pues como ya han dicho muchos, esta es una crisis de valores, y para salir de ella hay que revertirlos: la felicidad asociada a un consumo irracional y de deseo continuo solo provoca insatisfacción.

Ahora llega la rebaja. Nos quieren hacer consumir sin ingresar. Han dejado la zanahoria, pero ya no tenemos alfalfa para caminar tras ella. ¿Qué consumiremos? La clase media cada vez es más pobre. Pero el neoliberalismo no quiere pararse.

Los humanos somos los únicos animales capaces de soportar la travesía del desierto si creemos que al final de ella va a haber un oasis, pero también somos los únicos incapaces de disfrutar de una noche de frutos dulces y una cama mullida si creemos que a la mañana siguiente vamos a ser privados de todo eso para siempre.

Descartes tenía razón: Primero hay que vivir para filosofar, para tener ideas, ideales. Pero también hay que tener un motivo para seguir viviendo. Para la mayoría el estado del bienestar está tocando a su fin y queda simplemente el “estar”, que ya es bastante. Pero sin el “Bien” se nos hace muy cuesta arriba seguir caminando.

Ya no estoy “indignado”. La palabra ha perdido significado de tanto uso, se ha llenado de connotaciones partidistas y ha perdido la “dignidad” de su raíz. Yo ahora estoy desesperanzado. Podrán decir que soy un veleta: si hace dos semanas les vendía a ustedes alegría y esperanza y ahora no me queda nada de eso. Pero las razones para creer se desvanecen…

Esta semana leí, descorazonado, que la Conferencia Episcopal había llamado al orden a las asociaciones obreras católicas por criticar la reforma laboral que propone el Gobierno. En las críticas que hacían dichas asociaciones mencionaban que la reforma se aleja del principio defendido por la Iglesia de la prioridad del trabajo frente al capital. Pero los obispos, preocupados también por los ingresos de la Iglesia y por el pago de los impuestos de su (inmenso) patrimonio, parece que están más interesados institucionalmente en no poner trabas a una reforma que le hará más favor al capital que al trabajo.

Vamos, que la Iglesia con mayúscula le pone una vela al mensaje evangélico y otra a los mercados. ¿Dónde quedó aquello de los mercaderes en el templo y el camello por el ojo de la aguja?

El título del artículo de hace dos semanas es el título de una carta pastoral del Concilio Vaticano II que versa sobre la posición de la Iglesia en el mundo.

Todos los días busco una razón para creer.

viernes, marzo 16, 2012

Rodiles no se draga

Hace unos años un numeroso grupo de surfistas nos reunimos un día de invierno para hacer una protesta en el pinar de Rodiles. De aquella, estaba en boca de muchos el proyecto de draga de la barra de arena que se forma en la desembocadura de la ría de Villaviciosa y que origina la mundialmente conocida ola de Rodiles. Por su preservación protestábamos algunos surfistas.

Otros, del otro lado, deseaban la extracción de arena para construir más amarres en el puerto de El Puntal. Se quería pasar de los 140 barcos a los 500, porque, entre otras cosas, se rumoreaba que, aparejado al aumento de pantalanes, estaba el proyecto de construcción de más de 300 chalets en esa zona. Para llevar a cabo dicha intervención -propia de la costa levantina-, la arena de la bocana era un problema ya que impedía que la salida y la entrada en el puerto maliayo fuese fácil para navegantes inexpertos. Facilitar la navegabilidad era un valor añadido a la compra de aquel proyecto de segundas residencias para pudientes.

Actualmente, y de aquella (2007-2008), salir de la ría con una embarcación los días que el mar está bravo y hay marea baja es una labor de marinos experimentados, no vale un nuevo rico con el PER recién estrenado y su lancha de veraneo. Esos solo pueden salir cuando el mar está tranquilo y hay marea alta. Selección natural del Cantábrico que no es el Mediterráneo. La barra de arena hace de semáforo natural para evitar desgracias.

Les cuento este rollo porque hace unos días alguna prensa regional recogía las declaraciones del Presidente del Club Náutico El Puntal en donde volvía a reclamar la retirada de la arena del estuario justo para facilitar la navegabilidad y así poder acometer la ampliación del puerto, tal y como se reclamaba entonces.

Dicho dragado nos costaría un buen dinero a los contribuyentes (a todos: a los que tienen barco, a los que no y a los que jamás lo tendrán), además, afectaría al ecosistema de la ría, ¡que está protegido, por cierto!, y afectaría a la conocida ola. Al menos a corto plazo, porque el mar suele devolver las cosas a su sitio. Según vengan las lluvias, los temporales de invierno, las corrientes… la arena que se ha ido, puede volver, y quizá en unos años hubiese que hacer otra. Todo por 40 ó 50 amarres más que no van a traer un suma significativa de dinero a la Villa.

Yo, lo reconozco, soy parte interesada. A veces, pocas –porque el sociosistema surfístico de esa ola es complicado-, surfeo en Rodiles, así que no soy nada objetivo; pero tengo amigos que navegan y me dicen que ahora la gente vende los barcos, que casi nadie compra…

Si 2008 no era momento para dragados; ahora, mucho menos. Ni para construcciones, ni contratas…

viernes, marzo 09, 2012

Alegría y esperanza

Los críticos, los opinólogos, aquellos que, como yo, nos apoyamos en los argumentos para intentar, en vano, encontrar alguna verdad, denostamos el sentimentalismo; porque la sentimentalidad nos aparta de la mente, apela al corazón caliente y nos aleja de la corriente clara y fría de la razón.

Digo esto antes de escribir un texto sentimental que los críticos cínicos como yo podrán poner verde. Pensarán que soy un marrullero y que les cuento esto de antemano para ganarme su confianza. Su opinión me importa, lectores, pero llevo unos meses harto de descreimiento, harto de comprobar que el mundo no va a mejor, sino todo lo contrario, y de ver que el altruismo cotiza a la baja y que cada uno mira solo por lo suyo, y que aquel que no lo hace es tildado socialmente de imbécil para arriba. En épocas de crisis muchos se quitan las caretas.

El 1 de marzo fue el Día de las Enfermedades Raras, esas que solo sufren uno entre cada 2.000 individuos y de las cuales los médicos saben más bien poco, porque la investigación, lógicamente, se centra en aquellas con mayor prevalencia. Con motivo de ese día, la Princesa Letizia presidió un acto en donde un niño de 4 años aquejado de la enfermedad de “huesos de cristal” mostraba un cartel, desde su silla de ruedas, en el que se leía: “Princesa, tenemos esperanza”. Al día siguiente, Lucas -que así se llama el niño- y su familia visitaron el programa de Ana Rosa, sus padres intentaron hablar de la necesidad de concienciar a la sociedad sobre estas enfermedades, y digo intentaron, porque yo solo pude escuchar el jolgorio que Lucas y su hermano montaron jugando con un balón y una espada y repitiendo una y otra vez la ya famosa frase.

Un niño de cuatro años, al que al nacer le habían dado dos de vida, y su hermano me hicieron a mí, cínico, resabiado, deprimido, casi sin fe ya en el género humano, volver a abrir los ojos a la vida. Sus padres, que deberían ser ministros de educación, les habían trasmitido una alegría de vivir digna de la más grande admiración. Una alegría sin resignación, luchadora y esperanzada, aún sabiendo, y ellos muy bien y de cerca, que la vida es realmente frágil y difícil.

En este invierno de caras largas, de paro, de recesión, de especuladores, de egoísmos, de intereses… yo he visto la primavera gracias a Lucas. Puede que nuestro mundo esté yendo a peor, puede que el ser humano sea solo codicioso e interesado, pero también es y puede ser otra cosa.

Sé que este artículo me quitará el carné de intelectual. Bueno, era un club de tristes agoreros.

Lucas, tenemos esperanza.

viernes, marzo 02, 2012

Lo políticamente correcto

Quizá hayan visto ustedes algún anuncio de una compañía de seguros en la que Pepe Reina, portero de la selección española y del Liverpool, aparece desafinando un “me siento seguro”. De dicha campaña hay cuatro anuncios, todos dirigidos por Javier Fesser (director de “Mortadelo y Filemón”) y todos tienen el mismo final cantado, y todos buscan convencer al público de que, con dicha compañía de seguros, uno va a estar protegido en todo momento, por absurda y disparatada que sea la situación en la que se encuentren. Para transmitir dicho mensaje se valen de la figura de un portero, arquetipo de la protección (Casillas ya protagonizó esta campaña hace unos año) y del humor absurdo de Fesser, experto en esperpentos.

Quizá sepan también, pues ha sido noticia estos días, que a Reina, una ONG inglesa, le ha acusado de racista por salir en uno de estos anuncios. Concretamente en el que aparece frente al rey de una tribu, que podría ser del África central, y en donde, jugando con su apellido, se insinúa que los gustos “afectivos” del rey de dicha tribu le pueden colocar en una situación “incómoda”.

Es innegable que la campaña presenta un estereotipo racial propio de otra época. Como también es cierto que juega con las inclinaciones sexuales del jefe del poblado, lo cual no deja de ser de lo más homófobo. Pero yo, que debo de ser un neandertal, lo veo como un recurso humorístico que en España no tiene la carga denigrante que le ven en Inglaterra.

En España, esa imagen de tribu salvaje de Tintín en el Congo -propia del colonialismo- no despierta los mismos sentimientos que en Inglaterra. Allí, donde quizá están más avergonzados de su pasado imperialista, al igual que en EEUU, donde los negros eran esclavos hasta hace dos siglos, se mira con lupa cualquier representación estereotipada de los negros. Los americanos alucinan con las bolsas de conguitos, no les digo más… Les parecemos del KKK.

Aquí tenemos nuestras propias vergüenzas: la expulsión de los moros, el trato a los gitanos, la conquista de América… Porque esos hechos son parte de nuestra infamia, pero la del África Negra no es una vergüenza nuestra y quizá por eso la tratamos con lo que nosotros consideramos un humor inocente.

La ofensa la siente el ofendido y la puede ver el ofensor, y en este mundo global no nos ha dado tiempo a metabolizar del todo bien esta cultura que ahora creemos única, pero que sigue teniendo muchos matices.

Me pregunto si en 50 años veremos anuncios de chinos que trabajan 15 horas al día cosiendo pantalones, y si alguna ONGs protestará por esa imagen estereotipada. Porque el colonialismo hoy aún existe, y en Occidente todos somos un poco culpables.

viernes, febrero 24, 2012

El juego, las leyes y la moral

En la fabulosa serie “Boardwalk Empire” vemos cómo el sistema americano se ha forjado en la frontera entre lo legal y lo ilegal, y muchas veces, en lo inmoral. En “Crematorio”, la serie basada en la gran novela de Rafael Chirbes, vemos el reflejo de la España en la que hemos vivido en estos últimos años. Han de verlas.

Antes del ladrillazo, España vivía, sobre todo -y en un mercado casi autárquico-, del turismo. De ese turismo landista de guiris que buscaban el exotismo y la rusticidad que vendía Hemingway, las postales del mediterráneo, el sol y los precios bajos. Ahora, de aquello, solo nos queda el sol. Los precios son altos y ya no hay postales: en la calas pintorescas hay urbanizaciones; y ya no somos exóticos, somos europeos.

Pero el turismo, aún siendo endeble y estacional, sigue siendo uno de los pilares de nuestra tambaleante economía.

Y en estas, un tal Sheldon Adelson, un tipo que tiene hoteles y casinos en Las Vegas, Singapur y Macao se descuelga con que quiere hacer un Euro Las Vegas en España. Comenzó a hablar del tema con el gobierno de Zapatero y sigue conversando con el de Rajoy. Madrid y Barcelona se han ofrecido a acoger el proyecto en el que Adelson va a invertir 15.000 millones de euros en hoteles -algunos de macro lujo- casinos, campos de golf, teatros… Y que dice que dará empleo directo a ¡200.000 personas!

Adelson parece Mr. Marshall.

Pero tiene condiciones: Quiere que se le exima de pagar la Seguridad Social de los trabajadores durante los dos primeros años, que se permita fumar en algún interior y, sobre todo, que se le den facilidades tributarias. Muchos de los clientes serán millonarios internacionales que vendrán a jugar con dinero negro y, para eso, es mejor que la Agencia Tributaria mire para otro lado.

Me suena inmoral. ¿Leyes a medida? ¿Blanqueo de capitales? ¡¿Qué se habrá creído?! Pero, por otro lado… ¿200.000 personas menos en paro? Más empleos indirectos…

Me suena sórdido: ¿Juego? ¿Habrá sexo? ¿Prostitución? El puritano que hay en mí piensa que sí.

Las Vegas representa lo peor del sistema, de este sistema de liberalismo globalizador salvaje que es una copia del sistema americano, ese sistema, a ratos inmoral, en el que parece que queremos quedarnos.

Pero el señor Sheldon ha hecho una cosa que, para mí, es digna de agradecer: Lo ha contado.

En el boom inmobiliario de la costa española algunos llevaban haciendo eso mismo décadas, pero haciéndonos creer que eran el ejemplo de la moralidad.

No sé si se hará el Euro Las Vegas, lo que sí sé es que, por lo menos, estamos avisados. Y que siempre gana la banca.

viernes, febrero 17, 2012

Hoy mi disfraz...

Fieltro, tela barata, ropas viejas, pespuntes torpes, sombreros de cartón, espadas de plástico y bigotes de pega. Es el Antroxu, el carnaval, el desenfreno, la excusa para mutar por unos días de apariencia.

A mí nunca me ha gustado disfrazarme. Supongo que me tomo demasiado en serio (lo cual es muy malo, ya se lo digo yo). Nunca me ha gustado el aparentar ser otra cosa de lo que ya aparento ser todo el año. Y menos hacerlo de forma tan cutre. Si me disfrazase, me gustaría hacerlo bien, poder sentirme realmente otro, y no ir de indio americano con una camiseta de color carne con las abdominales pintadas a rotulador…

Pero hoy haré una excepción.

Ya llevo unos cuantos artículos escribiendo sobre la traca política de última hora, sobre los temas que tocan los opinólogos serios, y ahora quisiera volver a vestirme del ‘metafísico cutre y barato, del poeta gafapasta’ que era antes -así me describieron y no me pesa: tenían razón-, para volver a escribir sobre los universales. Porque eso indicaría que la realidad no me estaría nublando con sus sombras y que no me habría perdido en la caverna olvidando el sol, que podría hablar de la Justicia, o del Miedo, o de la Responsabilidad sin ejemplos concretos, apoyándome en personas, o personajes, anónimos.

Últimamente los protagonistas tienen nombres y apellidos: Urdangarin, Garzón, Cascos, Rubalcaba, Papademos… Personas concretas, máscaras concretas.

No sé si saben ustedes que ‘persona’ es una palabra que tiene su origen en el teatro. En la Grecia clásica se usaban máscaras para representar las obras, y esas máscaras, que permitían a un mismo actor representar varios personajes, tenían también una función acústica: hacían de altavoz. Al quedar solo un orificio delante de la boca del actor, todo lo que este decía se proyectaba a través de él, y la audiencia podía oír mejor su declamación. En Roma, por esa función, llamaron a las mascaras ‘persona’ (‘per sonare’, para hacerse oír). De esta misma raíz viene ‘personaje’, ‘personalidad’…

Es decir, que todo lo que las personas -individuos únicos gracias a nuestra personalidad- creemos ser, no es más que producto de una máscara que nos ponemos para representar el personaje que nosotros decidimos.

En carnaval cambiamos nuestra máscara habitual por otra. Yo llevo una temporada avinagrado e irascible (creo que con esta realidad todos lo estamos un poco), y hoy me pongo el disfraz de metafísico gafapasta (hecho de fieltro y cogido con pespuntes -perdónenme por mis imprecisiones etimológicas los de Clásicas-) para evitar hablar de la reforma laboral, de Garzón o de Mercedes Fernández.

Hoy mi máscara quiere proyectar algo más trascendente, que -aunque no sirva para nada- creo que nos hace mirar más lejos.

viernes, febrero 10, 2012

Francia nos une

Nada une tanto como un enemigo común, a pesar de lo que diga el refranero. El vecino del cuarto, enemistado con el del quinto por poner la música alta y por sacudir las migas del mantel sobre su ropa colgada del tendedero del patio interior, se abraza a su archienemigo cuando hay que debatir sobre la ampliación de las horas de la calefacción con los de portal de al lado, con quienes comparten caldera, porque no es culpa suya si los demás están orientados al norte y pasan frío, que vayan a por un polar al Lidl, porque ellos no van a pagar los fríos de otros y, encima, pasar calor en casa. Las cosas, saben ustedes, que muchas veces son así.

El Marca y el Sport, El País y La Razón, El Comercio y La Nueva, los del Sporting y los del Oviedo, los del Barça y los del Madrid, los que tienen y los que no… Todos, a este lado de los Pirineos, estamos indignados con nuestros vecinos de arriba. (Últimamente sabemos más de indignación que de dignidad. Estar indignado es lo más “in”). Y es que los franceses, cansados de perder a la peonza, al cascayu, a las chapas, a la brisca y hasta al Súper Mario, se han empeñado en decir que hacemos trampas. Que todos los españoles ganamos -les ganamos- por hacer trampas.

A Contador, como ya saben de memoria, le encontraron hace dos años un picogramo de clembuterol en la sangre (que al parecer es muy poco, pero que expresado en esa medida a mí me suena a droga de los 80), y el TAS le ha sancionado a dos años sin competir y le ha retirado todos los títulos que ganó tras ese análisis, entre ellos un Tour y un Giro. La cantidad, según los expertos, no es determinante para alterar el rendimiento deportivo y, de hecho, la sanción dice que probablemente se deba a que ingirió un suplemento alimenticio –un barra energética de esas que comen sin bajarse de la bici, vamos– en mal estado. Aún así, y cumpliendo lo que dice la ley, que es que no se puede encontrar el más mínimo rasgo de esa sustancia en la sangre de un ciclista, deciden sancionarlo con una dureza, para algunos, desmedida.

Pero eso que nos molestado a casi todos no es nada comparado con la indignación (ven qué de moda está el vocablo) que nos han provocado los malísimos monigotes del Canal Plus francés, en donde meten a todos los deportistas españoles que les mean en los terrenos de juego en el mismo saco, haciendo gala los galos de un humor insidioso (como diría Rajoy) y difamatorio.

Nadal, Gasol, Casillas… son calumniados por los chovinistas vecinos de mal perder. Y España, una España unida frente al invasor napoleónico, clama en su contra.

Si nos uniésemos así en todo, igual no solo seríamos potentes en los deportes.

viernes, febrero 03, 2012

El frío y la política romántica

Cuando uno no sabe de qué hablar o no quiere hablar de algo en concreto habla del tiempo. Nos pasa en los ascensores y nos pasa cuando evitamos tener que pronunciarnos sobre algo. Hoy yo constato el frío que hace. Se dejaron una puerta abierta en Siberia y la corriente ha llegado hasta aquí. Es febrero y lo normal es esto, que haga frío. Pero nos lo venden en la prensa como si lloviesen ranas…

Y este fenómeno es de primero de meteorología. Verán, el lunes, cuando Vladimir entraba en casa tras un día recogiendo leña en la estepa siberiana, Natasha le saludó con la noticia de que Cascos había anunciado elecciones en Asturias. El gran ruso no daba crédito, le preguntaba a su mujer que cómo había sido eso, que cómo, después de casi un año tras las anteriores elecciones, y tras haberse postulado el experimentado expepero a la presidencia, sabiendo perfectamente lo inestable que es un gobierno en minoría, sobre todo con una oposición no solo de adversarios ideológicos sino también de adversarios personales, había tomado ahora tan drástica solución, si él dijo en su investidura que gobernaría desde la “responsabilidad y la gratitud”.

Natasha, menos romántica y más descreída que Vladimir, le miró de soslayo y le respondió con un seco: “¡Qué sé yo, fiu!”.

Vladimir, al quicio de la puerta de la cabaña, sin quitarse las pieles de oso, siguió con su soliloquio: “¿Cómo puede ser? ¿Qué esperaba? Sabía que tendría que pactar, que dialogar, y mucho… ¿Creía que se lo iban a poner fácil…? Si tenía tan claro que iba a ser o a su manera o a ninguna, mejor hubiese renunciado a la presidencia y se la hubiese dejado a Fernández…, aunque más me parece a mí que el del PSOE quitose de en medio por miedo, aún siendo la fuerza más votada…”

Natasha asentía desganada.

“¿Y a hora qué?”, continuó el rudo siberiano: “¿Ahora a pagar otras elecciones y a haber perdido un año de trabajo? Esa bella comunidad no se merece ser el hazmerreír de ese bello país, España. Esa región rica en carbón, industrial y a medio reconvertir no merece convertirse en la última mierda que cagó Pilatos. ¡Qué irresponsabilidad, Natasha!”.

La mujer le miró penetrante y, tras unos tensos segundos de silencio, estalló: “¡¿Qui’es entrar de una vez, coime?! ¡¿No ves la corriente que estás haciendo con esa puerta abierta?!

Y así se originó esta masa de aire siberiano que azota la península estos días. Pregúntenle a Mario Picazo.

Porque no quiero hablar del tema que me come la moral, les hablo a ustedes del tiempo con una explicación de fábula romántica propia de las civilizaciones poco científicas y atrasadas.

Total, algunos nos cuentan la política asturiana en clave de héroes libertadores que luchan contra el imperio de los grandes partidos, como si nosotros fuésemos indios amazónicos y no conociésemos de qué va la política…

viernes, enero 27, 2012

Medicinas inútiles

Este año la gripe, según los periódicos, tiene rango de epidemia en la península. ¿Será porque la cepa del virus de 2012 se propaga más? ¿O porque nos habrá pillado a los españoles con las defensas más bajas?

Los médicos dicen que la correcta alimentación y una vida sin estrés y sin disgustos son lo más indicado para prevenir los 5 días de fiebre y malestar que esta enfermedad estacional nos regala envenenadamente.

En este invierno, el estrés de la sociedad española no es peccata minuta. Y es que tenemos a la Corona, paradigma de las instituciones, perdiendo lustre por culpa de las veleidades financieras de un infante consorte. Veleidades relacionadas, entre otras, con supuestos cobros irregulares de la Generalitat valenciana. Y nos entra la tos, porque mientras, el que fuera presidente de esa comunidad con aeropuerto sin aviones, esa que tenía una caja de ahorros (CAM) que le hizo un roto al sistema financiero español, y en donde huele peor, a pesar de sus cítricos (tan buenos para prevenir los catarros), que en la Dinamarca de Hamlet, ha salido no culpable del delito que se le imputaba por haber aceptado unos trajes de na’ de un “amigo” que está vinculado a una trama de corrupción que tiene ya a tres personas encarceladas y que extiende el aroma a podredumbre a otras varias comunidades autónomas –aquí ya moqueamos–; una de ellas, la Comunidad de Madrid, en donde ahora, Ana Botella, alcaldesa con suerte, propone cubrir servicios públicos con voluntarios, pues las arcas públicas, fíjate tú y coge un kleenex, están vacías.

Y nosotros con un estrés, con una mala leche, que nos lleva a la tos, a los sudores fríos… Nos tiramos en brazos de la gripe, vamos.

Pero no se vayan a pensar que el que esto escribe cree que nuestras defensas son los glóbulos “rojos”, la corrupción no es exclusiva del PP, ni mucho menos, es inherente al poder. Que se lo pregunten al PSOE… Pero nuestros linfocitos, los glóbulos blancos, se resienten menos si nos roban de un puchero lleno que de uno del que ya se ve el fondo. Y el puchero de este país muestra ya 5,3 millones de parados. Y nos dan arcadas ya de tanto toser. De toser al gobierno anterior, y a este nuevo. De toserle al sistema.



Y la Justicia, que podría actuar como un Frenadol, para disminuir los síntomas asociados a los procesos gripales, no nos alivia, sino que además nos aviva los virus y hace que enfermemos aún más.

Y en este malestar nos cuesta distinguir a Camps, de Garzón o de El Cuco... Sólo tenemos fiebre y ganas de devolver porque, tras ver cómo actúa la Justicia, que debería calmarnos moralmente, nos encontramos todavía peor.

viernes, enero 20, 2012

Nuevo escenario

El miércoles pasado Wikipedia cerró durante 24 horas su web americana en señal de protesta ante la nueva ley (SOPA) que algunos pretenden aprobar en el congreso de EEUU para luchar contra la piratería en Internet. En esta ley se contempla, entre otras cosas, que los internautas podamos ser “controlados” en función de nuestra actividad en la red. Por ejemplo, si le enviase una presentación de fotos de mi primera comunión a mis padres en la que yo, en un alarde creativo, hubiese puesto una canción de Julio Iglesias de fondo.

La mayoría aceptamos que nos recorten nuestras libertades cuando hay un interés común que exija esa merma, o cuando nosotros mismos nos vemos amenazados.
Pero en este caso, la SOPA solo pretende velar por los intereses de los grandes grupos editoriales: Universal, Sony, Warner…, el que era el gran lobby del mercado de los contenidos hasta la universalización de internet.

Hasta el año 95 este lobby tenía las llaves de los cines, de los discos, de las emisoras, de las librerías… Y generaban trabajo…, y mucha riqueza.
En los 90 la imagen del rico de L.A. o de Miami solía estar asociada a la industria del entretenimiento… Ellos mismo se encargaban de publicitar su estilo de vida.
Algunos argumentarán que gracias a su industria los creadores también ganaban dinero. Y cierto es que algunos lo ganaban. Ya les digo, que este es terreno pantanoso.

Pero con Internet el juego cambió y perdieron la llave de la distribución, que controlaba el mercado, así que, con unas leyes superadas por la tecnología, intentaron vallar el inabarcable campo que había abierto la sociedad de la información. Esta nueva forma de distribuir no la controlaban ellos, y al igual que los artesanos de XVIII se lanzaron a destruir las máquinas que originaron la revolución industrial, ellos se lanzaron a exigir leyes contra la “piratería”. Ya cerraron Napster en el 2000, y sólo sirvió para hacer herramientas mejores y más potentes, como Megaupload, que cerraron ayer en su intento fútil de poner puertas al campo. En los 2000 la imagen del rico era un tío de 24 años que había vendido su puntocom.

La prohibición solo genera mafias que operan al margen de la ley. Se debe legislar la realidad, y la realidad es que el modelo anterior ha muerto. Asuman que han perdido su monopolio y, como empresarios, compitan en el nuevo escenario.
Sí, igual sus competidores son niñatos que van en monopatín y que simplemente tienen un ordenador en casa. Esos mismos son los que colapsaron ayer las webs del FBI y de Universal.

¡Ah!, y los creadores crearán. Quizá no en mansiones en Miami, pero crearán. No se preocupen los amantes de las artes. Hay vida tras el copyright como lo conocemos ahora.

viernes, enero 13, 2012

Punto y final

Generalmente uno vive alguna muerte ya de muy pequeño; cuando se nos muere un gato, un perro o, si no hay tanta suerte, un abuelo, o alguien incluso más cercano. Comenzamos a verla y a aceptarla. Con las primeras muertes vivimos el duelo, ese periodo de tristeza intenso, y de incomprensión del misterio de la vida, que es que se acaba. Nacemos con la única certeza de que nos vamos a morir, y depende de cómo nos acerquemos a esta verdad viviremos de una forma u otra: con miedo, con confianza, con dolor, estoicamente…

Todo este preámbulo lúgubre y metafísico se lo suelto porque hoy estoy tecleando en Cimavilla, donde vivo, sin escuchar al helicóptero.

Desde hace unos días, cada poco, escuchaba el ruido de las aspas girando que me recordaban que aún no había aparecido Gonzalo, el niño que llevaba desde el 29 de diciembre perdido en nuestra costa; y cada vez que lo oía pensaba en su familia, y dudaba de si el hecho de encontrar el cuerpo les supondría un descanso, pues la certeza de su muerte, tras más de 10 días desaparecido en el Cantábrico era casi del 100%. Me imaginaba que la esperanza de encontrarlo con vida habría ido esfumándose con las horas, desapareciendo con los días. Y al desaparecer la esperanza solo queda la espera. Espera para poner un punto y final a la pesadilla.

Y en la espera sin esperanza solo hay tensión, y en la tensión no puede haber descanso.

Hace pocos días, a través del blog de Fran Nixon, me encontré con un texto de un psiquiatra gijonés, Guillermo Rendueles, que hablaba sobre la importancia de la forma de enfrentarse al duelo. Ahora los sicólogos son los primeros en intervenir cuando sucede una tragedia de este tipo, pero somos individuos culturales, y la necesidad de un final tal y como lo conocemos nos da mucho más consuelo que la razón o la ciencia. Y para ello, que el cuerpo de Gonzalo apareciese era indispensable. Un lugar donde practicar el rito del adiós, un momento donde poner el punto y final a una vida que, aunque acabada, en el caso de no aparecer siempre quedaría ligeramente abierta para los suyos.

Hoy ya no oigo el helicóptero y quiero pensar que la familia de Gonzalo, destrozada en su dolor, de alguna manera, ha encontrado algo de alivio ante esta tragedia al poder cerrar definitivamente el adiós de su hijo. El dolor seguirá de por vida, la incomprensión de la muerte, las preguntas del porqué, el qué hubiese pasado si… De eso no nos libra nadie, y mucho menos ante muertes de niños en circunstancias trágicas. Lo que espero es que ahora puedan lidiar con entereza con el dolorosísimo trance del duelo, ya por fin sin la incertidumbre de la espera.

viernes, enero 06, 2012

Cambios

Ayer fue día de Reyes para los niños. Hoy lo es para los adultos. Melchor, Gaspar y Baltasar aciertan con los infantes porque estos les enumeran, en cartas larguísimas, todos los objetos de su deseo, tras empollarse el catálogo, tamaño Biblia, del ToysRus.

Así que para los niños no hay cambios. Los Reyes aciertan o se equivocan. Si se equivocan es que el año que viene tienen que portarse mejor, si aciertan es que progresan adecuadamente. Los padres, expertos conocedores del presupuesto de los Reyes, ya se encargan, en los días previos, de ir acomodando las expectativas. Y este año para algunos el presupuesto ha sido muy ajustado.

Pero los adultos comenzamos hoy el día de lo regalos, porque, no nos engañemos, con los adultos, los Reyes fallan. Claro, nos portamos mal; y sobre todo, no escribimos la carta, es más, decimos el puñetero “yo no quiero nada, si tengo de todo” que tanto saca de quicio cuando eres tú el que tiene que hacer de Melchor, y que, sin embargo, tú también pronuncias cuando tu Baltasar cercano te devuelve la pregunta.

Y es que yo, que soy defensor a ultranza de la Navidad, le quitaría los regalos. Los permitiría sólo hasta que uno deja de ser niño. La Navidad para mí es un periodo de encuentro con la familia y los amigos, es la celebración de la comunidad y eso es el regalo. Siento que me salga la vena dickensiana y sensiblera, pero incluso el hecho de ser un poco cordial y educado durante estos 15 días, aunque alguno el resto del año no lo sea tanto -eso que a muchos es lo que les repele de estas fiestas que tildan de hipócritas- a mí me parece fantástico. Soy de los que piensan que aparentando, al final, se acaba siendo, y que si empezamos con 15 días, igual a alguno luego le dura más. Así que, por mí, aparentemos fraternidad, encontrémonos y divirtámosnos. Eso es el regalo.

Porque lo de los regalos físicos lo llevo fatal. Y no es que no me guste recibirlos o me de pereza comprarlos, es que me fastidia desilusionar, me molesta cambiar lo que me regalan, o no usarlo, y que después me digan que nunca me pongo ese o aquel jersey.

Hoy en las tiendas se preparan para cambiar mercancías. La oferta es tan grande que siempre se va a ver si hay alguna otra cosa que nos guste más. Ayer fue la mañana del detalle y hoy la del regalo que usaremos.

Aunque a algunos puede que no les hayan traído más que carbón. Y quizá todos debamos acostumbrarnos porque, tal y como estamos con la paralización de los fondos mineros que nos han anunciado, cabe la posibilidad de que el año que viene los asturianos sea eso lo único que tengamos: carbón que no podemos vender más que a los Reyes Magos, que creo que pasan de lo que les dice la CEE.

jueves, diciembre 29, 2011

¿Justicia poética?

Último día del año. Tiempo de hacer balance. Repasando, veo términos recurrentes: crisis, deuda, paro, elecciones, indignación, mercados…
La revista Time, una publicación seria, todos los años designa en su número de diciembre al personaje del año. Este año su elección no cae en una persona física sino en un sujeto múltiple: el manifestante. La primavera de los países islámicos, las protestas en Europa y el movimiento “Occupy Wall Street” les han hecho pensar que él es el merecedor de tal honor. Creen que este es el año del levantamiento de la gente corriente. Yo, que soy tocapelotas de por sí, pienso que por esa regla de tres también podrían haber elegido personaje del año a otro ser sin rostro concreto, pero al que fácilmente todos le ponemos uno: al mercado. Pues en Occidente, sin los comportamiento de este ente, la gente no habría salido a la calle.
Pero supongo que vende más un enmascarado romántico que un señor con chistera y tirantes salido del Monopoly. Y se trata de seguir vendiendo. Para Time, este año ha sido el 68 de los países del norte de África, y la toma de conciencia de la clase media de que cada vez somos más clase baja.
El año pasado, el personaje del año para esa misma publicación fue Mark Zuckerberg, inventor y dueño de Facebook. Sin él, parte de estos movimientos de protesta no hubiesen sido posibles, porque la revolución, a pesar de lo que cantase Scott-Heron, hoy sí se televisa. Por Facebook y por Twitter.
2011 ha puesto de manifiesto un cambio de paradigma. La democracia depende del dinero que la sustenta, y el dinero siguen teniéndolo los mismos que lo tenían en las novelas de Tolstoi o de Galdós.
Los tiempos están cambiando, pero en la dirección contraria hacia la que cantaba Dylan, porque la democracia es cartesiana y hemos de vivir antes de filosofar. Aunque yo, bobalicón, tengo la esperanza de que cambiando nuestra forma de filosofar podremos cambiar nuestra forma de vivir. Hay que renunciar a ir a Zara y a cambiar de móvil.
2011 ha puesto de manifiesto las reglas del juego. Algunos no quieren verlas, otros las ven y creen que van a salir favorecidos, y otros, casi impotentes, quieren cambiarlas. Para Time el personaje del año es el que quiere cambiarlas. ¿Dónde estarán el año que viene los manifestantes?
2012 aumentará la distancia entre los que tienen y los que no. Y todos queremos quedarnos en el lado de los favorecidos, pero no todos lo haremos. La vida de los trabajadores asiáticos cada día está más cerca. Ellos mejorarán, nosotros empeoramos… Porque no se olviden que para muchos nosotros fuimos el señor del Monopoly.
Les deseo que en 2012 tengan fuerza y valor para luchar por lo que quieren. Y que quieran lo más justo.
Me lo deseo a mí mismo.

jueves, diciembre 22, 2011

¡Qué bello es reír!

Quizás hayan visto ustedes el anuncio de una conocida marca de embutidos en las noticias. Sí, el anuncio fue noticia. De hecho, aún no lo he visto en medio de un programa, y quizás no pueda hacerlo porque dura un buen rato y no creo que puedan meterlo en el habitual corsé publicitario de los 30 segundos.
Pero ahora los anuncios, sobre todo los buenos, se ven en Internet. Se ven motu propio; es el usuario el que lo busca, o se lo encuentra en una red social, compartido por un amigo que nos quiere mostrar aquello que de alguna forma le ha llegado. La publicidad ahora es así. Y las marcas, las que tienen un buen departamento de Marketing lo saben y se esmeran en crear pequeñas historias que nos emocionen.
El anuncio sobre el que les escribo a mí me ha emocionado. Mucho. Se lo describo por si no lo han visto. A un cementerio comienzan a llegar cómicos y humoristas españoles de distintas épocas (Chiquito, Juan Luis Cano, Forges, Fofito, los Morancos, las Hurtado…). De fondo se escucha una melancólica música y se oye una voz en off (Santiago Segura) que habla sobre la importancia del humor en estos tiempos duros de crisis y angustias, mientras los humoristas se saludan y degustan unos productos de la marca en cuestión: una reunión del gremio para darse ánimos, para no olvidar que en estos tiempos, más que nunca, tienen que seguir haciéndonos sonreír. En determinado momento se colocan, solemnes, ante la tumba del que les convoca allí, don Miguel Gila, y Josema pregunta: “Maestro, ¿se puede ver el lado bueno de todo con la que está cayendo?”. Suena un móvil y es Gila preguntando por el enemigo. Diciendo el famoso “¿Podrían parar la guerra un momento…?” El resto ya se lo imaginan ustedes…
Tecleo esto con las lágrimas empujándome los párpados. La imagen en donde Millán se abraza con Josema, Chiquito con Florentino y… ¡Pajares con Esteso! son de una emotividad superlativa. El reencuentro de aquellos que nos hicieron reír, huir de un mundo, a veces, lleno de preocupaciones; aquellos de los que después vimos o intuimos sus sombras perdonándose, acercándose… El anuncio es una mirada al pasado y una invitación a vivir el futuro con alegría y humor, sabiendo de dónde venimos y qué merece la pena.
Como ya se habrán dado cuenta, para mí, la pieza es un “Qué bello es vivir” condensado y a la española, para esta crisis que no es la del 29… Es peor.
El anuncio ha sido ideado por McCann Erickson, dirigido por Álex de la Iglesia y la marca que ha apostado por esta comunicación es Campofrío. Merecen que se diga.
Es el mejor anuncio de Navidad que he visto nunca, porque la alegría y la esperanza es centro de la Buena Nueva. La Conferencia Episcopal debería ficharlos para hacer proselitismo.
Véanlo con los suyos esta noche.

jueves, diciembre 15, 2011

¿Hasta cuándo abusaréis de nuestra paciencia?

La semana pasada emitieron una entrevista que El Follonero le hizo a Cayetano Martínez de Irujo en su condición de empresario agrícola. El hijo de la Duquesa expuso sus ideas sobre los jornaleros que trabajan para él, sobre el espíritu de los andaluces… Todo con miga. Lo digo en serio. Digno de verse. Entren en You Tube. Y en toda la conversación el noble se mostró a la defensiva pero cómodo, es más, yo diría que orgulloso y empresario. Agradecido, creo, a que le permitiesen mostrar una imagen que lo aleja del papel couché y que le presenta como un empresario. Y en ese baño de ego, el liante del Follonero –un fenómeno- le extrajo la siguiente perla: “A mí me hubiera encantado vivir en el medievo, porque en vez de 32 demandas en los juzgados, yo sacaba mi espada y, o tú o yo. Y fuera”. ¡Ole, ole y ole!
Este señor, un inocente total, le concede una entrevista al Follonero, con el riesgo que ello conlleva, no para hablar del Corazón –cosa que él debe de considerar de cuarta regional- sino para hablar de economía, de organización social, de política. Y ahí es donde se defenestra. A nadie le importa realmente si se divorcia, si Mar Flórez le corneó con Lecquio, o si su madre se ha casado con un Alain Delon cañí. La gente habla de esas cosas y con ello, les coge hasta cariño, porque esa es la función de la nobleza hoy. Circo para las masas. También la de la princesa del pueblo. Porque es el pueblo el que da y, sobre todo, mantiene los títulos nobiliarios. Pero los españoles del XXI no estamos preparados para oír lo que realmente piensa un iletrado de noble cuna.
Yo conozco a cientos que a espada, o a trabuco, o a hostias, se lo meriendan; porque tienen mucha más hambre y menos que perder que él. No sé si a este señor le sonará esa niñería de la toma de la Bastilla, o el Gran Miedo que asoló la Francia rural de los grandes terratenientes.
Este señor no sabe que lo que hace que el juego social se mantenga es la aceptación de la ley por las distintas clases sociales y económicas. Ley que se puede cambiar, porque los plebeyos votan y porque los nuevos aristócratas, los que tienen el capital -y saben que lo pueden perder-, prefieren leyes que espadas. Este señor conserva lo que tiene gracias a que los juzgados pesan más que el acero.
Alguien debería decirle que hable de sus novias, divorcios e hijos antes que hacerlo de sus ideas políticas. Porque el horno está muy caliente. Y el Príncipe Felipe debe de estar al teléfono preguntándole a lo Julio César: “¿Tú también, Cayetano?”.
Ahora solo pienso en desamortizar y nacionalizar bancos, y este señor me empuja a hacerme con una espada. No tengo cuna, ni bienes, ni estudios en Stanford pero tengo brazos fuertes y muy mala leche. Y como yo hay muchísimos.
¿Dónde está la responsabilidad, Cayetano?

viernes, diciembre 09, 2011

Vente a Alemania, Pepe

Tengo colgado del cuello todo mi patrimonio. Tengo cadenitas con medallas de la Virgen de los Desamparados, cristos macizos, cadenotas de gran calibre con el nombre de algunos raperos en letras brillantes y colgantes con el símbolo del dólar. Y todo ello de oro de 24 kilates. Vamos, soy el negro del Equipo A, pero en pálido y escuálido. Quizás sea una imagen ridícula, todo depende de lo que estén leyendo ustedes sobre la supervivencia del euro. Que tal parece que va a sobrevivir. Pero yo, desconfiado, por si el euro pasase a los libros de Historia y tuviésemos que volver a la peseta, a una menguada peseta, he cambiado mis pocos euros por todo el oro que he podido comprar. De lo que lean en las noticias de los próximos días, dependerá que a mí se me vea como un cruce irrisorio de rapero hortera de Detroit y gitano clásico de las cuevas del Albaicín o como un visionario hombre de negocios.

Las últimas noticias apuntan a que me he convertido en un mamarracho. El euro parece que sobrevivirá y yo volveré a cambiar mi disfraz de M.A. por los billetes europeos. Todo esto era de suponer. No suelo ser yo buen pitoniso.

Salir de la moneda única hubiese supuesto una merma en nuestro poder adquisitivo, pero parece que el euro vivirá gracias a la responsabilidad que nos han hecho acatar y firmar los dos grandes líderes de Europa: Alemania y Francia, a los demás despilfarradores países europeos. A mí me parece una política de tirón de orejas más que una política para salir de la crisis. Me da que desde estas imposiciones que nos piden en los nuevos tratados conseguiremos no caer más veces en la locura consumista y despilfarradora de hace unos años, pero creo que para ese viaje no hacían falta tantas alforjas, porque así, con una contención salvaje del endeudamiento tardaremos mucho en tener ningún dinero que despilfarrar. Al menos algunos ciudadanos y algunos territorios… Pero yo no tengo ni idea de economía, y todo sea por contentar a los inversores institucionales y que vuelvan a prestarnos su dinero para que Europa, o una parte de ella, no se hunda.

Pero así, sin tener ni idea, sí he entendido que para que sobreviva el euro se ha de hacer una Europa más fuerte y cohesionada, y con una política fiscal común. Parece que puede hacerse, pero temo que eso hará países más débiles que se irán despoblando, pues sus ciudadanos emigrarán a los territorios pujantes, y solo regresarán a la tierra de sus “irresponsables” y endeudados padres de vacaciones.

Leía ayer en las noticias que España es el país de la UE con mayor “sobrecualificación” laboral. Pepe ya no es Alfredo Landa con boina. Pepe es su hijo universitario que, si Dios quiere, tendrá a sus nietos en Dusseldorf y que vendrá a verle como el Almendro. Eso sí, con euros en el bolsillo.

jueves, diciembre 01, 2011

Vivir de la imagen

“La mujer del César no solo ha de ser honrada, ha de parecerlo.” Así ventiló Julio César su matrimonio con Pompeya tras descubrir en su casa, disfrazado de mujer, a un adversario político que tenía la intención de yacer con su esposa. Pompeya juró que no había pasado nada, y César la creyó, pero aun así se divorció de ella con esa sentencia que ha pasado al refranero popular.
A mí me da que César tenía intención de librarse de Pompeya y vio que la ocasión era inmejorable, pero ya fuese movido por su hastío matrimonial o por su sentido de la responsabilidad, nos dejó una frase que todo cargo público debería aplicarse.
Seguro que ustedes habrán oído o leído el caso de las presuntas irregularidades empresariales en las que ha incurrido el marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin. Parece ser que la empresa de la que el ex balonmanista era presidente cobró cantidades considerables de dinero público haciendo abuso de su posición como miembro de la Casa Real.
Hasta que se celebre un juicio y se dicte sentencia, el señor Urdangarin es tan inocente como un infante recién nacido, e igual después también, oigan. Pero si yo fuese un miembro de la Casa Real estaría tatuándome la frase de Julio César en el antebrazo.
La Casa Real nos representa a los españoles, y uno de los valores de los que tiene que hacer gala es la honorabilidad. No tiene que ser lumbreras que den soluciones a los problemas del país pero sí tienen que ser honrados y ejemplares. Es lo que se les exige. Por eso les mantenemos como representantes.
Me hace gracia ahora el debate que se abrió cuando Felipe eligió como esposa, y por ende futura reina, a una plebeya divorciada. A fecha de hoy, Letizia ha demostrado ser honorable y digna, y está cumpliendo con su papel de representación sin tacha. No se puede decir lo mismo de los infantes consortes. Al pintoresco Marichalar parece que se lo quitaron de encima por su gusto por la fiesta y la frivolidad, no muy acorde con la “austeridad” real. Y sin embrago, el que sobre los papeles pintaba como la gran elección (jugador de equipo, medallista olímpico…) se ha puesto en la palestra por sus presuntos negocios irregulares. Algo, a mi juicio, mucho más punible que unos pantalones extravagantes y la afición al champán.
La Familia Real no es una familia real, es una institución. Y sus integrantes, como figuras públicas que son, tienen unos peajes que los plebeyos no tenemos.
Yo no soy republicano, no me parece mal que el jefe del estado lo sea por su cuna y no por sus meritos. Me parece bien que se les eduque y prepare desde pequeños. Pero ahí entra también el saber con quién emparientan y lo que tendrán que hacer sus consortes. Si no cumplen con su función representativa, quizás podríamos despedirlos por dejación en sus funciones ¿no?

viernes, noviembre 25, 2011

Pensar antes de teclear

Somos párvulos para algunas tecnologías y no entendemos el alcance que tienen. El mundo actual muestra que el futuro que Verne o Asimov describieron es menos galáctico de lo que ellos nos animaron a imaginar -casi siempre construimos nuestras visiones sobre las visiones de otros-, y nuestros días no nos parecen el futuro que nos pintaron. Pero el futuro ya está aquí. Estamos en él y no nos damos cuenta porque es invisible. Esa es la clave, la invisibilidad de la tecnología, de los avances, y que aún siendo invisibles tienen una repercusión social muy superior a los coches que vuelan o a los robots domésticos de los Supersónicos.

Toda la literatura de ficción científica gira en torno a cómo afectarán los avances científicos y los cambios tecnológicos a las cuestiones transcendentes para el ser humano: nuestra idea de nosotros mismos, nuestra supervivencia, nuestra organización social…

Y una de las características del ser humano, la que nos diferencia principalmente de los animales, es la comunicación, una comunicación compleja y articulada.

Hace 4 segundos -en tiempo cósmico- apareció Internet. Y las redes sociales llevan un nano segundo con nosotros. Twitter, concretamente, existe en su versión española desde el 2009 y Facebook desde el 2007. Son recién nacidos que cambian muy deprisa, y aunque no nos demos cuenta y pensemos que llevan décadas con nosotros, porque la gente las usa de forma compulsiva, nos pillan con las vergüenzas al aire a menudo.

¿Cuántos han tenido una discusión con su pareja por culpa de Facebook? ¿Cuántos han sido mal interpretados en un comentario que pensaban inocente? Y eso el común de los mortales… Las figuras públicas tienen que andarse con más tiento aún, porque que uno se dé cuenta de que el cantante que escribe sus canciones favoritas razone como un caracol sobre determinadas cuestiones le deja ojiplático y le resta magia al mito. Y es que el común de los mortales no quiere creer que a veces se puede ser sensible para unas cosas y un zote para otras. Y esto Twitter lo pone de manifiesto. Que se lo pregunten a Alejandro Sanz o a Bisbal.

En el caso de los políticos esto puede llegar a ser tremendo, porque una cualidad indispensable en la vida pública es la de estar al servicio de todos -sobre todo los que ostentan un cargo electo-, y la pobre diputada de Foro que dudó de la inteligencia de los asturianos tecleándolo en su teléfono tras una rabieta electoral, demostró su inmenso parvulismo. Lo que no sé es si era infante en las redes sociales o en la política en general…

Uno es dueño de sus silencios y muy esclavo de lo que teclea. Lo escrito, antes, solo permanecía; ahora, no solo permanece sino que llega “urbi et orbe” en cuestión de segundos. Hay que pensar deprisa y teclear despacio.

jueves, noviembre 17, 2011

Genuflexión

Día de decisiones importantes. Mañana, la fiesta de la democracia. Mañana, el día de los ciudadanos, la posibilidad de influir directamente en cómo serán nuestras vidas los próximos cuatro años. (Según escribo esto, aunque intento hacerlo huyendo del cinismo, se me escapa la risa.) Hoy, jornada de reflexión.
Espero que todos ustedes estén en ello. Reflexionando, digo. Yo estoy flexionando la rodilla derecha e inclino la cabeza hacia el suelo. Vamos, más que reflexivo estoy genuflexo. Genuflexo ante el altar mayor. Ante el que al final, gane quien gane –que ya sabemos todos quien va a ganar-, gobernará nuestras vidas, marcará el camino de nuestro futuro.
Y estoy concentrado en actitud piadosa, sumiso... Porque aunque me considero un indignado -me indigno yo con facilidad-, asumo que hay un grado de comodidad adquirida que hace que los indignados como yo, la mayoría de indignados, en el fondo, lo que querríamos es una vuelta atrás, a aquella tierra prometida, a ese futuro del bienestar que nos dijeron que tendríamos si nos comíamos la merienda, hacíamos una carrera, conseguíamos un trabajo y pedíamos una hipoteca a 40 años, para después disfrutar de una jubilación a los sesenta y tantos. Yo soy de los que hice los deberes, y por eso me indigno ante un futuro nuevo y oscuro. No me atrevo a considerarme un revolucionario, porque el cambio que pedíamos la mayoría de los del 15 M, lo que pretendía era una vuelta a los 90 o a los primeros años del 2000, una vuelta al capitalismo que permitió tener trabajos, coches y casas a muchos. Somos unos indignados involucionistas. Engañados por los que tienen el capital, que se apoyaron en nosotros para enriquecerse aún más. “Vamos a prestarles a los que no tienen, y luego nos deberán eso más los intereses”. Y nosotros, sin entender del todo los mecanismos del crédito, picamos. Y nos endeudamos. Y el mercado se inmoló –nos inmoló- cuando vio que igual no cobraba. Y ahora los que tienen el capital nos ahogan para que este sistema cambie. Después de prometernos que todos podíamos, ahora nos dicen que no, que todos no. Que era broma. ¡Malditos capitalistas revolucionarios, que nos vendieron el estado del bienestar!
Genuflexo sigo ante el que nos gobierne. Pidiéndole que sea benévolo conmigo, con mis conciudadanos, con el pobre Rajoycaba, que se tendrá que comer el marrón de dirigir España los próximos 4 años.
Y así estoy absorto en mis ruegos, cuando un señor me dice que me levante, que quiere entrar en el Deutsche Bank a actualizar su cartilla. Me levanto y me disculpo, pero no sabía a dónde ir a rezarle a la banca alemana, a pedirle al mercado que confíe en nosotros.
Barbitas, practica la genuflexión. Y mucha suerte. Por nuestro bien.

jueves, noviembre 10, 2011

De luz y de color

Vuelvo a los contenidos superficiales, decorativos, pues parece ser que tienen más calado de lo que yo pienso. Y no lo digo por mis reflexiones de contertulio de Sálvame, sino por las noticias de esta semana aparecidas sobre la iluminación navideña. Casus belli en la política local.
Al parecer, la alcaldía ha decidido poner luces en más calles. Y esto, con la que está cayendo, para algunos, es todo un despilfarro. Despilfarro que, por otro lado, ella trata de contener cancelando la fiesta de Nochevieja que solía tener lugar en la Plaza Mayor.
Los que le dicen que gasta mucho en luces, también le dicen que pa’ qué dejar de gastar en cotillones, con lo barato que es. Y a mí, oiga, se me escapa el cambio de argumento.
Yo no he votado a Foro. Es más, algunas medidas que el partido de Cascos pretende llevar a cabo me dan un poco de miedo; pero, sobre todo, algunas cosas, como lo de Gibraltar, me da más risa que miedo, me parece de película de neorrealismo italiano. En cambio, esta nueva alcaldesa me está empezando a caer bien. Y no es porque ella haya hecho nada para seducirme, es más bien porque sus adversarios solo aportan argumentos de peli de Berlanga para oponerse a su gobierno, lo que me hace pensar que no tienen motivos de peso para quejarse, y hace que comience a posicionarla entre las figuras públicas que me simpatizan. Y este análisis político, pobre y simplista, es el que hacemos la mayoría de los ciudadanos; tanto los que leen el jueves, como los que leen el Financial Times. Venga, admitámoslo.
Parece ser que el dispendio en luces no va a ser significativamente superior al de otros años. Es más, las luces que se alquilen serán todas de bajo consumo, lo cual ahorrará algo de energía. Y a pesar de ese ahorro, al poner más luces, gastaremos más individualmente. Para eso son las luces, para animar el consumo, por eso parte de su coste lo sufragan los comerciantes.
En la vida hay dos tipos de personas: los que disfrutan con la navidad y los que la aborrecen. Es así. Yo soy de los primeros. Infantil, si quieren. En mi alma de niño, me gusta ver las calles iluminadas.
Este año iluminarán también tres iglesias. “¡Con dinero público!” gritan los laicistas. Y yo, que hace años que no voy a una iglesia, me extraño un poco, porque la navidad, creo recordar, que una vez conmemoró el nacimiento del Jesús que preside las iglesias. Así que el hecho de que se iluminen estos edificios, parte además importante de la arquitectura y tradición de las ciudades occidentales, no me hace mesarme los cabellos. Es más, si fuese un ultra cristiano me quejaría de que tratasen el templo como a un vulgar centro comercial, iluminado para incentivar el consumo. Pero claro, a mí que me gusta el cine de Capra, solo soy capaz de ver las inocentes luces.

jueves, noviembre 03, 2011

La crisis de Europa

Papandreu, como aquella famosa socorrista de San Sebastián de los Reyes tan popular en youtube, ha mezclado ácido clorhídrico con sulfato de sodio y la ha liado parda.
Al presidente griego se le ocurrió plantear un referéndum donde los griegos dijesen si querían ser rescatados con las condiciones que impone Francia y Alemania.
De realizarse el referéndum los griegos se debatirían entre dos infiernos: aceptar unas medidas que van a estrangular la economía de los ciudadanos de a pie o ser expulsados del Euro por quiebra, y tener que nadar ellos solos en medio de esta tormenta económica que sacude Occidente.
A Papandreu le estaba cayendo la del pulpo y para lo que le queda en el convento... Grecia no cumple con sus pagos, no tiene capacidad para maniobrar y la política económica se la dictan desde Europa. La oposición no le apoya, su partido tampoco -porque todas las medidas que ha de acometer son muy impopulares- y lo que quieren unos y otros es el bien propio, el estar en el poder. Y en estas, Papandreu se descuelga con un farol que hace temblar a toda Europa.
Y los que más tiemblan son los prestamistas, bancos alemanes y franceses mayoritariamente, porque imaginarse que el líder griego iba a dejar decidir al pueblo -en una maniobra digna de Poncio Pilatos, por cierto- les hacía pensar que Grecia se podría declarar en quiebra y entonces dejarían de cobrar lo que se les debe. Y eso se les dejó hacer a Islandia, pero a Grecia… ¿Qué pasaría si cundiese el ejemplo?
“Crisis” es un termino griego que viene del verbo “κρινειν” que significa “separar” o “decidir”. Una crisis es algo que rompe un todo, y en esa ruptura se dan pequeñas partes que pueden ser analizadas. De ese mismo verbo deriva la palabra “crítica” y la palabra “criterio”.
Este momento ha puesto de relieve que el gobierno del pueblo no existe, que son los mercados los que dictan las políticas. Existe una democracia de pequeñas cosas, pero no de grandes números. Los partidos políticos de casi todos los grandes países están metidos en el juego del mercado en donde las corporaciones y las instituciones que manejan las bolsas les dicen qué paso hay que seguir.
Sarkozy alaba la postura de Rajoy al apoyar las políticas de Zapatero. Y en Génova y en Ferraz, preparando las próximas elecciones, les entran los siete males. ¡No somos lo mismo! Sarkozy, ¡a ver si se van a confundir los españolitos!
Papandreu en su exabrupto político ha conseguido que todos se retraten: los políticos y los bancos. Porque todo el sistema está en crisis. Europa se rompe, y yo, tras hacer crítica e intentar tener criterio, ya no sé a qué banco votar.

jueves, octubre 27, 2011

Educar hoy

Juan es del Natahoyo. Chen llegó de China hace un año. Ahmed ha nacido en Cabueñes y sus padres son magrebíes. Los tres se sientan juntos en 3º B. Ahmed saca muy buenas notas. Juan regulares y Chen vive en un estado de traducción continua, pero sonríe siempre.
La escuela se enfrenta a una realidad social en donde las diferencias entre los alumnos son hoy mayores que hace años. La multiculturalidad de las aulas hace que la forma de dar clase sea mucho más complicada. Siempre ha habido diversidad en las aulas: alumnos que aprenden más rápido, que tienen más interés por unas cosas que por otras… Pero ahora hay alumnos que no hablan casi el idioma, que se incorporan a 3º ó 4º de primaria desde sus países de origen con su bagaje cultural, que no siempre es el mismo que el de la cultura que transmite el cole al que se incorporan. Porque no lo olvidemos, se incorporan a un sistema que es rígido. La educación suele ser bastante inmovilista, en el fondo educar es hacernos entrar en un cubo aunque seamos esféricos. Y a algunos les cuesta más perder su esfericidad. Y los profes se desesperan y el nivel baja y la sociedad pide responsabilidades. Y todos somos los responsables.
Nuestro modelo de educación, en esta “modernidad líquida” que vivimos –por usar el término del Premio Príncipe del año pasado, Zygmunt Bauman- se muestra obsoleto e incapaz de pulir las diferencias para asimilar a los recién llegados. Pero también es incapaz, incluso en los colegios donde la diversidad es más baja, de formar individuos orientados a la sociedad que los recibe, porque la sociedad cambia a un ritmo endiablado. Véase el caso de las nuevas tecnologías, donde los alumnos saben más que los profesores. Chen se maneja con el ordenador mejor que Juan. Estamos intentando que los niños adquieran unos valores que la propia sociedad les dice que ya están caducos. Y los alumnos no ven el fin de tanto esfuerzo.
¿Para qué esforzarnos? -piensan los niños-, si hacer una carrera, unos estudios, no garantiza el encontrar un trabajo. ¿Para qué? Si en la tele no dejan de ver a contertulios gritándose con labios siliconados y con músculos de gimnasio, y alardeando de su falta de instrucción académica.
Nuestro sistema es el de la sociedad de la revolución industrial en donde hacen falta ingenieros, obreros cualificados, individuos que produzcan, individuos que conozcan los procesos, los lenguajes, la tecnología… Todo eso que hoy en día cambia año a año, mes a mes. Y la sociedad a la que se incorporen Chen, Juan y Ahmed quizá necesite esferas, además de cubos. O ninguna de las dos cosas. Mientras sus profesores se esfuerzan en hacer personas intentando guiarles hacia un futuro cada vez más incierto. Maestro viene de “magis”. Los más. Capitanes de un barco en una tormenta.

jueves, octubre 20, 2011

Atentamente, P. Pastor

Pisa esta tierra Leonard Cohen. Ya ha recibido su galardón. Ya han escrito de él todos los periódicos y hablado todas la radios. Lógico. Lo merece. Yo no voy a ser menos. Toca y quiero. Esta es la versión más bloggera, barata y egocéntrica de un encuentro. Bueno, de cuatro encuentros.
Me atrevo a decir que Leonard Cohen ha sido una de las figuras más importantes de mi vida. Siempre digo que mi forma de estar en el mundo le debe mucho a tres poetas: Bruce Springsteen, Leonard Cohen y Bob Dylan. Estudié Literatura en la universidad de Oviedo con la música de los tres y por su culpa. Ellos me llevaron a la poesía. Porque leer, en mi caso, siempre vino detrás de escuchar. Sentarme a traducir sus letras me hizo traducirles a ellos y traducirme a mí mismo.
Mi primer trabajo en la carrera fue sobre Lorca. Y fue por culpa del “Take this waltz” por lo que elegí al granadino. Un canadiense descubriéndome “mi literatura”. Ya ven.
A Cohen lo descubrí solo y precoz. Cuando tenía 12 años iba de campamento a aprender inglés a un pueblo de Cáceres. Ya ven, inglés en Cáceres. Los sábados había un mercadillo en donde se vendía fruta, calzoncillos, chatarra y casetes. Un día, con dos amigos, compramos varias cintas. Estuvimos largo tiempo mirando y el gitano nos impelió a llevarnos una cada uno. Una era de Dire Straits, otra de Whitney Houston y la otra era el “I’m your man”. El gitano me dio la del hombre del plátano. Mis amigos se rieron. Un gitano dándome a un canadiense. Yo era de aquella un niño pegado a unos cascos.
Con 16 años nos fuimos con el instituto de semana blanca a Candanchú. 45 adolescentes en un mismo hotel. Chicos y chicas con las hormonas hirviendo. Yo leía “El extranjero” de Camus en la habitación y escuchaba “The Partisan”. Desertaba de la realidad que quería abrazarme. Ya ven, era gilipollas. Ahora no lo haría.
A los 21 tocaba en un grupo. Un 14 de agosto, el día de los fuegos, tocamos junto al grupo de mi amigo Igor Paskual –al que leen ustedes en este mismo periódico- en Panes. De madrugada volvimos en coche a Gijón, yo quería ver a una chica que me gustaba. Escuchaba “There is a war”. Un guerra entre hombres y mujeres. La chica en cuestión no miró para mí. Ella tenía una larga lista de petirrojos caídos a sus pies.
Para bien o para mal Cohen me ha marcado: Introspectivo, riguroso y solemne como el Antiguo Testamento, obsesivo…
Y sin estar del todo seguro, creo que, a pesar de todo, debo de agradecérselo a aquel gitano.
¿Qué hubiese pasado si hubiese cogido la cinta de Whitney Houston?
Quizás ahora no viviría para la música y hubiese conquistado Manhattan, pero me alegro de ser un pájaro sobre un cable.

jueves, octubre 13, 2011

¿Por amor?

Los editores literarios se precian de tener una gran relación con sus autores. Una relación que trasciende lo profesional. Y suele ser cierto. Para un autor novel el editor es como una estrella de rock a la que idolatrar, para que le deje hacer los coros en su banda. Pero todo cambia a medida que el autor comienza a hacerse conocido y se convierte en una marca. Entonces es el editor el que empieza a correr detrás del autor para que los cantos de sirena de otros editores no le hagan navegar lejos de sus costas.

Para muchos, el mundo literario con mayúsculas está envuelto en un halo romántico que lo aleja diametralmente de otro tipo de negocios más pedestres, menos etéreos. Pero nada más lejos de la realidad. El autor desea embarrarse con el vil metal, y el editor también. Habrá excepciones, pero –aunque algunos las vendan como generalidad- son eso, excepcionales, y lo que quieren es venderlas.

Escribo todo este rollo porque he visto que Seix Barral, bajo su sello Booklet, va a publicar las ediciones en bolsillo de Paul Auster, arrebatándoles ese formato a Anagrama, su editorial española habitual; que aún así anuncia que sí publicará su próxima novela en el formato de sus novedades. La amarilla grande en tapa blanda, vamos.
Esto es un golpe durísimo para la editorial de Amis y de Houellebecq. Duro económicamente, pero más duro emocionalmente.

Esta infidelidad puede ser el comienzo de una ruptura. Y es que, según la editorial compradora, que pertenece al grupo Planeta, Auster quiere llegar a Latinoamérica, y ellos pueden acercar su obra más fácilmente a los lectores de esa parte del mundo.
El neoyorkino habrá hecho números con su agente y saldrá ganado con el cambio. A Jorge Herralde, su editor en Anagrama, seguro que tiene que dolerle el abandono. Aunque quizás no tanto, pues su jubilación es inminente y su editorial, clave en la cultura de nuestro país, está poco a poco pasando a manos de la Italiana Feltrinelli, y en Italia al premio Príncipe lo publica Einaudi.

Y en las empresas culturales, cuando se cambia a las personas, la materia prima puede cambiar también muy fácilmente.

Igual sí es un negocio romántico, y Auster si no está Herralde se va. O quizá haya un guarismo más alto en el nuevo contrato… No voy yo a desmitificarles las fábricas de la literatura. Piensen lo que quieran.

¿Por cierto, sabían ustedes que la primera en publicar en castellano a Auster fue una editorial gijonesa llamada Júcar? ¿Se iría a la de Barcelona por dinero o por amor? Yo soy romántico y quiero creer que es para llegar a más lectores… Bueno, y para hacer más pasta, qué leches…

jueves, octubre 06, 2011

Vivir alocados

Hoy es jueves. Sí, este texto lo suelo escribir los jueves para que ustedes lo lean el sábado. Tenía la intención de escribir sobre la boda de la duquesa de Alba, pero hoy ha fallecido Steve Jobs, el fundador de Apple, así que me he replanteado el objeto de mi escrito semanal, y después de pensar un rato en qué contarles del creador de la empresa que fabrica el ordenador con el que escribo o el teléfono que llevo en el bolsillo, he vuelto a la idea original: la boda de la grande de España; porque me tira el papel couché y no sabría qué contar sobre la inspiradora vida de un hippie que se hizo millonario. No contaría nada que no les hayan contado ya 20 veces en estos dos días.
A estas altura ya conocerán su famoso discurso del 2005 para los graduados de Stanford, universidad que él abandonó para seguir con una educación no reglada; ya sabrán que, después de crear, a medias con su socio Wozniak -y con la competencia de Bill Gates-, el ordenador personal como lo conocemos, fue despedido de su propia compañía y se metió a hacer cine de animación -de animación por ordenador- e hizo una peliculilla de nada (con un guión maravilloso) llamada Toy Story con su exitosa compañía Pixar, que seguro que les suena. Pero todo eso ya lo habrán oído, y seguro que no saben que la duquesa de Alba se debate, casada ya, entre ir a ver a su hija ingresada por varicela o quedarse en Sevilla disfrutando de la luna de miel. Pobre duquesa -que no duquesita, la duquesita estará fastidiada de verdad, que la varicela a ciertas edades no es un catarro-. Pero de Jobs y de su vida estarán hartos. Seguro que compañeros de tinta, en este periódico y en otros, ya habrán escrito la hagiografía de este empresario. Porque para muchos no era más que un empresario, un genio del marketing que mezclaba mensajes zen setenteros con el hacer avaricioso de una compañía capitalista y desalmada. Y no voy a decir yo que no. Pero sí voy a decir que Gutenberg también quiso hacer dinero con la imprenta y nadie discute su importancia en el devenir del mundo. Jobs es, como poco, un Gutenberg. Lo era.
Pienso en su mensaje sobre la importancia de la muerte, que retira lo viejo y deja paso a lo nuevo y nos obliga a relativizar y a centrarnos en lo importante. Puro Zen, oiga, el camino del Samurai. Un momento, que dice algo Belén Esteban sobre la boda del Palacio de Dueñas. Ya, no tenía importancia. Me distraigo, ya ven. La duquesa se ha casado con un hombre mucho más joven. Ella puede.
Cuando era joven a Jobs le inspiró el mensaje de una revista a la que era aficionado, que en su último número se despedía de sus lectores con un "Seguid hambrientos. Seguid alocados". La duquesa puede, los demás debemos. Hagámoslo, por el bien de todos.

jueves, septiembre 29, 2011

Ilusión en bolsa

No soy yo muy de lotería, muy de juegos de azar. A veces echo una Primitiva, y en Navidad puede que lleve alguna participación de un décimo, pero poco más. Además, como soy aficionado a las teorías conspirativas, desde que a los dieciséis años leí “1984”, creo que, como decía Orwell en su novela, los grandes premios no tocan nunca a nadie. De hecho, no conozco a nadie que le haya tocado un premio cuantioso –o igual sí y la gente no lo cuenta, algo raro en este mundo de personas ávidas de fama-, pero sí conozco a algunos a los que les han tocado premios pequeños. Fundamentales para que la gente siga jugando ilusionada. Pero de esos botes de 5, 10 ó 30 millones de euros que a veces anuncian, de esos de jubilarte, no conozco a nadie.
Lo que sí creo es que el que gana siempre es el Estado, y eso a mí me parece muy bien, oiga. Porque Estado somos todos. Aunque a veces alguno lo olvidemos.
Estos días veía en la tele un anuncio que hablaba de sueños e ilusiones. La esencia de cualquier anuncio. Y este en concreto quería vender precisamente eso: sueños e ilusiones, pero no materializados en un todoterreno o en un chalé en “¡TorreviejaAlicante!” que decía Mayra Gómez Kemp, sino en sueños como el propio producto a vender. Era la salida a bolsa de Loterías del Estado.
Me dio por informarme porque me pareció un activo fabuloso en época de crisis. Un valor que siempre crecerá. Porque creo que la gente siempre quiere mejorar y confía en que el destino le dé alguna vez algún as, y más en tiempos de cinturones apretados, cuando el dinero no entra a pesar del trabajo –de aquel que lo tiene-.
Y vi que el Gobierno proponía sacar a la venta el 30% de la sociedad. Y de ese porcentaje ofrecer un 40% a instituciones y un 60% a minoristas. A usted y a mí, oiga. Vamos, que si comprásemos lotería, en sentido bursátil, ganaríamos siempre que alguien comprase un décimo o echase una Bonoloto. Sería la forma de asegurarse ganancias. Pero la bolsa también es un juego de azar. Lo que compras tiene el valor que los demás le dan. Y eso fluctúa. Fluctúa tanto, que unos días después de su anuncio, el Gobierno ha decidido aplazar dicha salida a bolsa porque "no se dan las condiciones adecuadas de mercado para garantizar unos ingresos que reflejen el valor de la compañía”. Vamos, que los precios ofertados por los inversores institucionales, que son los que saben cómo está el mercado, son una miseria. Que no dan un duro por la ilusión. O bueno, sí dan, pero mucho menos de lo que el Gobierno esperaba. Los que saben, y manejan las vidas, saben que incluso ahora la ilusión cotiza a la baja.

Y esto me ha quitado un poco más la ilusión. Así que voy a hacer una primitiva a ver si Orwell se equivocaba.

jueves, septiembre 22, 2011

Prefiero caer mal

“Papá, ¿por qué somos del Atleti?” Seguro que recuerdan ustedes esa campaña de publicidad para captar y renovar abonados que el club colchonero hizo hace unos años. En aquel anuncio de televisión, que por su calidad y originalidad abrió incluso noticiarios deportivos, se presentaba a un niño que, cansado de ver perder a su equipo, le preguntaba a su padre por qué le había hecho del Atlético, trayendo a la mente del espectador de forma implícita al equipo “grande” y ganador de la capital. Con ello resaltaban el sentimiento inexplicable de sufridores –a no ser que se sea masoquista- que tienen los hinchas del equipo de la orilla del Manzanares. Los publicistas, con mucho arte, convertían a los rojiblancos en un equipo de corazón, familia y tradición y al Real Madrid, en un equipo de dinero, de arribistas y de ganadores.

La publicidad suele ser así: simplista y maniquea. Y a casi todos nos suelen caer mejor los perdedores humildes que los ganadores, por eso de la envidia y la lástima. Y eso es lo que hicieron los publicistas, apelar al concepto de equipo modesto de los de Carabanchel frente al poder de los todopoderosos de Concha Espina.

Esta contraposición de equipos de una misma localidad se podría hacer entre el Betis y el Sevilla o entre el Barça y el Español.

El miércoles veía yo en un bar de Madrid cómo el Atlético, ese equipo presentado como humilde y sufridor nos daba un baño. Y tras encajar uno, dos, tres goles…, dos hinchas colchoneros, congratulados con el fichaje de Falcao decían que el Madrid debería aprender a fichar y se compadecían de mí, desolado tras la lamentable imagen que mi equipo estaba dando.

Y yo me preguntaba por qué soy del Sporting. Y la respuesta era sencilla, porque en el barrio de Laviada, en el patio del colegio, no se podía ser de otro equipo, había filias hacía el Madrid o el Barça, pero todos éramos de Quini, Cundi y Mesa y después de Eloy y Mino… No había más opciones. Y de aquella sacábamos pecho. Hoy suspiramos.

Caéis bien, me decían intentando consolarme. De los equipos de primera sois de los que mejor caéis. Mirad qué afición, es como el Calderón, siempre animando… Os salvaréis. El Sporting es un club de Primera. ¡Qué jugadores ha dado! Sois un equipo con historia y tradición.

Cuando nos cayó el cuarto yo ni quería oírlos. Que un supuesto “sufridor” te consuele es lo último. Es como aquel pobre que se lamentaba porque solo tenía altramuces para comer y al darse la vuelta veía a otro recogiendo las cáscaras que él tiraba.

El Sporting es un club humilde pero de corazones orgullosos. Y lástima es lo último que queremos dar. Igual es mejor empezar a caer un poco mal y ganar desde la primera jornada algún partido. Yo no me resigno a que sufrir sea nuestro sino.

jueves, septiembre 15, 2011

Se acabó la fiesta

Los dos últimos ex presidentes, Aznar y González, coinciden en su diagnóstico: la Unión Europea está grave. El que a veces lleva bigote y otras no -aunque siempre parece que sí- dice que la UE puede volverse insostenible y que podemos estar viviendo los último tiempos de la Eurozona. Dice que hemos olvidado compromisos y reglas y que además nos hemos empeñado en negar la deuda. El de la chaqueta de pana y los bonsáis centenarios, dice que la Eurozona vive al borde de un abismo y que puede ser irreversible.
Y yo tiemblo como si escuchase a un superhéroe y a su archienemigo -otórguele usted el papel que quiera a cada uno- decir que una fuerza superior va a destruir la tierra. Vamos, la sociedad en la que hemos vivido a cobijo y seguros; la sociedad del bienestar en la que los españolitos creímos a pies juntillas porque tanto al uno como al otro se les llenaba la boca con ella.
Teníamos medicina, pensiones y jubilaciones. Con uno organizamos Mundial, Olimpiada, Expo... Al otro le dolía la garganta de decir que “España iba bien”. E iba. ¿Pero a qué precio?
Parece que la culpa es del que vino después, ese cazurro con pinta de Mr. Bean, que se delató ante aquel micro indiscreto al decir que no tenía ni idea de economía. Pues qué mala suerte que en sus mandatos la economía fuese la principal protagonista de la política mundial. Mr. Bean, oiga. Gafado.
El mundo occidental quebró y a algunos nos pilló en bragas. Los PIGS, los mediterráneos, teníamos porquería debajo de nuestra alfombra de nuevos ricos y, como ya están ustedes cansados de oír, ahora toca devolver lo prestado.
¿Cómo? Sin más prestamos el país se colapsa. Y nosotros que nos hemos comportado abrazando el consumo como nos dijeron, estamos perplejos. “España iba bien”, demasiado bien quizá. Y además tenemos un estado del bienestar que todos envidiaban. ¿Pero ese bienestar lo habíamos conseguido con nuestra riqueza? Los alemanes y los franceses dicen que no. Y creo que tiene razón.
Que ahora Aznar y González, padres políticos de la España que tenemos, nos digan que esto pinta feo da, como poco, para alguna reflexión. En mi caso de lo más escatológica.
Y es que nos hemos comportado como súbditos en vez de como ciudadanos, le leí el otro día a Mario Conde, que nunca fue santo de mi devoción pero que ahora me parece la tía loca que hay en casi todas las familias. Esa que, de vuelta de todo, a modo de cronista de indias, te cuenta lo que hay con total independencia y con la certeza del que ya ha estado allí.
Aznar y González también estuvieron allí, creando Europa, decidiendo, ejecutando. Parte de cuota de culpa tendrán, digo yo. Al menos por no frenarnos… Pero ¿quién quiere ser un aguafiestas?
Ahora la policía llama en la puerta de la casa y quieren que dejemos de bailar.

viernes, septiembre 09, 2011

¿En Madrid?

Otro día más de lo mismo, pero es que se acercan elecciones generales y tengo la inocente ilusión de que las cosas cambien, los mensajes cambien, y por fin un grupo político hable de lo que quiere hacer más que de lo mal que lo van a hacer los otros.

PP y PSOE han conseguido poner de acuerdo a la mayoría de la sociedad. Los vecinos que antes tenían opiniones y discursos enfrentados, ahora tienen una cosa en común: y es que están hartos de ambos.

Pero aquí, en esta pequeña comunidad asomada al Cantábrico, ha emergido hace unos meses un partido nuevo, un partido revelación, la sorpresa nacional, desde una modesta región. Y ha ganado las elecciones apoyándose en ese hartazgo de los votantes, apelando a la política ciudadana y de base, con un discurso impreciso pero ilusionante. Y la gente, necesitada de ilusión, les ha dado su confianza.

Ahora, tras unos meses gobernando, la ilusión y la confianza de la gente tiene que ir transformándose en hechos. Y los hechos no dicen aún muchas cosas. Pasan los meses y aún no sabemos de forma clara qué medidas está tomando el presidente del Principado para activar la economía de la región.

En su discurso previo al Día de Asturias Cascos menciona la forzosa emigración que sufrimos numerosos asturianos. Y en su discurso, que coincide en el tiempo con su anuncio de presentar lista en Madrid para las nacionales, veo más de autojustificación de sus intereses que de los míos. Porque no sé cómo me va a ayudar a encontrar trabajo aquí una lista de un partido asturiano en Madrid. No sé por qué los madrileños, por mucho que veraneen en Ribadesella, van a dar su voto a una fuerza política que va a velar por Asturias. Y los emigrados asturianos con esperanza de retorno, esos jóvenes que menciona, estamos censados, en su inmensa mayoría, aquí. Vamos, que votamos en Asturias.

Y yo, malicioso, pienso que este interés de presentar listas en la capital da la razón a sus adversarios, y que los asturianos hemos sido los tontos útiles en una pelea interna del PP. Y el señor Cascos solo quería llegar al poder y remover Génova.

Las elecciones nacionales las ganarán o PP o PSOE. Y será por el miedo que la mayoría de los votantes tiene a la opción contraria. No por la esperanza que tienen en aquellos a los que dan su voto.

Foro ha llegado a los sillones asturianos porque a la gente la movió una energía positiva, una esperanza de cambio, de algo distinto. Foristas, no gasten tan rápidamente sus fortalezas. No se metan en batallas que los ciudadanos no comprenden o malinterpretan. Y si esas batallas nos van a favorecer y no lo vemos, explíquennoslo. Porque con esto, lo que muchos asturianos piensan es que nos la han vuelto a colar, y que todos son iguales.