jueves, noviembre 17, 2011

Genuflexión

Día de decisiones importantes. Mañana, la fiesta de la democracia. Mañana, el día de los ciudadanos, la posibilidad de influir directamente en cómo serán nuestras vidas los próximos cuatro años. (Según escribo esto, aunque intento hacerlo huyendo del cinismo, se me escapa la risa.) Hoy, jornada de reflexión.
Espero que todos ustedes estén en ello. Reflexionando, digo. Yo estoy flexionando la rodilla derecha e inclino la cabeza hacia el suelo. Vamos, más que reflexivo estoy genuflexo. Genuflexo ante el altar mayor. Ante el que al final, gane quien gane –que ya sabemos todos quien va a ganar-, gobernará nuestras vidas, marcará el camino de nuestro futuro.
Y estoy concentrado en actitud piadosa, sumiso... Porque aunque me considero un indignado -me indigno yo con facilidad-, asumo que hay un grado de comodidad adquirida que hace que los indignados como yo, la mayoría de indignados, en el fondo, lo que querríamos es una vuelta atrás, a aquella tierra prometida, a ese futuro del bienestar que nos dijeron que tendríamos si nos comíamos la merienda, hacíamos una carrera, conseguíamos un trabajo y pedíamos una hipoteca a 40 años, para después disfrutar de una jubilación a los sesenta y tantos. Yo soy de los que hice los deberes, y por eso me indigno ante un futuro nuevo y oscuro. No me atrevo a considerarme un revolucionario, porque el cambio que pedíamos la mayoría de los del 15 M, lo que pretendía era una vuelta a los 90 o a los primeros años del 2000, una vuelta al capitalismo que permitió tener trabajos, coches y casas a muchos. Somos unos indignados involucionistas. Engañados por los que tienen el capital, que se apoyaron en nosotros para enriquecerse aún más. “Vamos a prestarles a los que no tienen, y luego nos deberán eso más los intereses”. Y nosotros, sin entender del todo los mecanismos del crédito, picamos. Y nos endeudamos. Y el mercado se inmoló –nos inmoló- cuando vio que igual no cobraba. Y ahora los que tienen el capital nos ahogan para que este sistema cambie. Después de prometernos que todos podíamos, ahora nos dicen que no, que todos no. Que era broma. ¡Malditos capitalistas revolucionarios, que nos vendieron el estado del bienestar!
Genuflexo sigo ante el que nos gobierne. Pidiéndole que sea benévolo conmigo, con mis conciudadanos, con el pobre Rajoycaba, que se tendrá que comer el marrón de dirigir España los próximos 4 años.
Y así estoy absorto en mis ruegos, cuando un señor me dice que me levante, que quiere entrar en el Deutsche Bank a actualizar su cartilla. Me levanto y me disculpo, pero no sabía a dónde ir a rezarle a la banca alemana, a pedirle al mercado que confíe en nosotros.
Barbitas, practica la genuflexión. Y mucha suerte. Por nuestro bien.

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