jueves, octubre 27, 2011

Educar hoy

Juan es del Natahoyo. Chen llegó de China hace un año. Ahmed ha nacido en Cabueñes y sus padres son magrebíes. Los tres se sientan juntos en 3º B. Ahmed saca muy buenas notas. Juan regulares y Chen vive en un estado de traducción continua, pero sonríe siempre.
La escuela se enfrenta a una realidad social en donde las diferencias entre los alumnos son hoy mayores que hace años. La multiculturalidad de las aulas hace que la forma de dar clase sea mucho más complicada. Siempre ha habido diversidad en las aulas: alumnos que aprenden más rápido, que tienen más interés por unas cosas que por otras… Pero ahora hay alumnos que no hablan casi el idioma, que se incorporan a 3º ó 4º de primaria desde sus países de origen con su bagaje cultural, que no siempre es el mismo que el de la cultura que transmite el cole al que se incorporan. Porque no lo olvidemos, se incorporan a un sistema que es rígido. La educación suele ser bastante inmovilista, en el fondo educar es hacernos entrar en un cubo aunque seamos esféricos. Y a algunos les cuesta más perder su esfericidad. Y los profes se desesperan y el nivel baja y la sociedad pide responsabilidades. Y todos somos los responsables.
Nuestro modelo de educación, en esta “modernidad líquida” que vivimos –por usar el término del Premio Príncipe del año pasado, Zygmunt Bauman- se muestra obsoleto e incapaz de pulir las diferencias para asimilar a los recién llegados. Pero también es incapaz, incluso en los colegios donde la diversidad es más baja, de formar individuos orientados a la sociedad que los recibe, porque la sociedad cambia a un ritmo endiablado. Véase el caso de las nuevas tecnologías, donde los alumnos saben más que los profesores. Chen se maneja con el ordenador mejor que Juan. Estamos intentando que los niños adquieran unos valores que la propia sociedad les dice que ya están caducos. Y los alumnos no ven el fin de tanto esfuerzo.
¿Para qué esforzarnos? -piensan los niños-, si hacer una carrera, unos estudios, no garantiza el encontrar un trabajo. ¿Para qué? Si en la tele no dejan de ver a contertulios gritándose con labios siliconados y con músculos de gimnasio, y alardeando de su falta de instrucción académica.
Nuestro sistema es el de la sociedad de la revolución industrial en donde hacen falta ingenieros, obreros cualificados, individuos que produzcan, individuos que conozcan los procesos, los lenguajes, la tecnología… Todo eso que hoy en día cambia año a año, mes a mes. Y la sociedad a la que se incorporen Chen, Juan y Ahmed quizá necesite esferas, además de cubos. O ninguna de las dos cosas. Mientras sus profesores se esfuerzan en hacer personas intentando guiarles hacia un futuro cada vez más incierto. Maestro viene de “magis”. Los más. Capitanes de un barco en una tormenta.

No hay comentarios: