En el escrito, que ya tiene unos años, apuntaba cómo en ciertas sociedades -él se refería a la brasileña- hay cierto “apartheid social” hacia las personas que hacen trabajos físicos o manuales frente a los que realizan trabajos intelectuales. Y creo que, esta apreciación, en general, es un mal de occidente. Todos quieren que sus hijos piensen y manden, y no se manchen las manos. ¡Con lo satisfecho que se queda uno después de hacer “realmente” algo!
Leí ayer también en el periódico que FAC pretende crear una Universidad Politécnica en Asturias y que el PP dice que no hace falta, que con fortalecer la Universidad actual no hay motivos para meterse en más charcos.
Yo hace años que dejé la universidad, y estudié –no mucho- en varias, españolas y de fuera, y si bien es cierto que mis estudios siempre estaban destinados a engordar el cerebro, mis amigos que hacían carreras técnicas, no desarrollaron, en sus años universitarios, tampoco mucho músculo. Así que me inclino a pensar que la forma de enfrentarse a todas las disciplinas, ya sean tecnológicas o científicas, en la universidad actual tiene más de base para llegar a ser profesor universitario que de aplicación para resolver, por ejemplo, un plazo de entrega en la perforación de un túnel o para detectar una necesidad y crear un solución de impacto social. Lo segundo se deja al genio de cada uno, no se entrena, no se educa. Y me consta que hay otros países que tienen otro tipo de escuelas con orientaciones diferentes.
Dicho lo cual, creo que una politécnica podría ser la herramienta adecuada para desarrollar músculo definido en una sociedad con el cuerpo enclenque y la cabeza hipertrofiada. Y no digo que no lo pueda hacer la actual Universidad de Oviedo, pero creo que tendría que cambiar bastantes procesos burocráticos, automatismos anquilosados, e incluso los perfiles de parte del profesorado.
Y esto lo digo desde mi hipertrofia cerebral y mi atrofia en la acción. Es muy fácil hablar, ya lo ven ustedes; a eso me refiero en este artículo. Para mí ya es tarde, pero para los que vienen aún hay esperanza.
Y les confieso que no me hace mucha gracia escribir hoy este artículo, pues tal parece que saco la cara por Cascos; y su postura esta semana sobre la fusión de CajaAstur, aunque yo esté de acuerdo con sus argumentos, me ha parecido, por la forma y el tiempo de comunicarlo, de un populismo impropio de un partido con propuestas serias. Y esta de la Universidad Politécnica sí me parece seria.
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