viernes, junio 10, 2011

¿Del tiempo?

En este prolongado otoño en pleno mes de junio que sufrimos, a mí me da la sensación de volver a la Asturias de antes, esa que sigue viva en los recuerdos de infancia. Me da la sensación, pero la memoria es traicionera, que los últimos años, el verano llegaba puntual y caluroso. La gente decía que el efecto invernadero estaba calentando el planeta y que por eso Gijón tenía temperaturas estivales altas, más propias antes de otros lares.

Cuando era pequeño, hace ya más de 25 años, recuerdo que 23 grados era una temperatura perfecta para ir a la playa, recuerdo que el nordeste que limpiaba el Muro de nubes y tensaba las banderas, siempre era frío y enfundado en un Meyba uno caminaba con los músculos tensos. No recuerdo haber pasado calor haciendo castillos de arena en la escalera 15. El calor era el de las playas de las vacaciones, las del sur, el del asiento trasero del 127 al entrar en Castilla. Aquí se iba a la playa en verano porque tocaba, no porque se necesitase.

Los últimos años, lustros casi, sí recuerdo temperaturas muy altas, calor incluso por las noches. Pero este año llevamos un junio muy de los 80. O muy de mis recuerdos de los 80.

Y les cuento todo esto tras ver, con camiseta, camisa de cuadros y cazadora, cómo se levanta el tenderete de la Plaza Mayor. Ese tenderete denostado por algunos. Ese foro en el que se reunían ciudadanos a exponer su opinión: alguna, mitinera; otra, argumentada; alguna sin sentido; otra, clarividente.

Dicen, dice la ciudadanía que suele acudir –que no siempre son los mismos–, que van a seguir reuniéndose a determinadas horas y determinados días. Algunas personas comentan que es sucio, que son perroflautas, que da impresión de tercer mundo. Y no lo puedo negar, pero esa falta de organización, esa organicidad es lo que le da credibilidad y lo aleja de un movimiento manipulado. Y es la primera vez que yo veo tomar el foro a los ciudadanos con un espíritu de continuidad. En sentido metafórico y literal. Y si esto no continuase, si no continuasen las reuniones frente al Consistorio, las tertulias pasarían a los chigres, en donde no son visibles por los políticos al cargo. Y es bueno, que los políticos vean, una hora o dos al día, una hora o dos a la semana, que los ciudadanos están vivos, tensos y vigilantes. Porque quizá no podamos aportar soluciones, pero el diálogo y la visibilidad nos dan poder. Y el alcalde o alcaldesa que resulten solo tendrán que abrir la ventana para escuchar cómo se sienten sus ciudadanos.

Y si no se hace, seguiremos mordiéndonos el labio cuando leemos las noticias, discutiendo sobre ellas con nuestro círculo de amistades y dejando que los políticos se enteren de las cosas por la prensa. Y seremos un poco más ciudadanos de ascensor, hablando del tiempo, que no molesta a nadie.

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