Nunca fue tan fácil comunicarse, nunca tuvimos tanta información. La Historia siempre la han contado los vencedores, y muchas veces usando mensajeros a caballo y palomas con papelitos atados a sus patas. Ahora la Historia la cuenta cada individuo. ¿O debería escribir las historias que conforman la Historia? Cada uno emite, habla, grita, postea para el mundo, y casi cualquiera puede escucharle, verle o leerle. ¡Mon dieu, la sociedad de la información!
Hace años, te podían contar mentiras en el NODO o en la hoja sindical, pero las informaciones no eran tan fáciles de manipular tecnológicamente. Hoy la técnica puede meterse en el camino de la verdad con un simple ordenador doméstico, y eso, unido a la potencia de algunos voceros, consigue que la mentira parezca, con gran verosimilitud, verdad.
“¡Que me pongan las imágenes!” gritan en los realities los ingenuos concursantes, que no saben que editar es crear. Lo que no vemos no lo creemos. Pero ahora, ¡¿creemos lo que vemos?!
Pongamos como ejemplo la polémica entrada de Pepe a Alves en el partido de Champions. En un vídeo le toca y en otro no. ¿Qué imagen es la manipulada? Si pudiésemos acudir a las imágenes que salieron de la cámara, sería fácil saberlo. Pero, ¿cuál es la imagen original, la real? ¿La que muestra el Marca o Sport? ¿Con qué se quedan los interesados? Con la que les conviene. La duda flota en el aire con imágenes que, a nuestros analógicos ojos, parecen reales. ¡Mon dieu, la técnica, la magia al alcance de todos! ¡Hasta para chorradas como esta! ¿Dónde queda entonces el ver para creer?
Se han cargado a Bin Laden. ¡Justicia! ¿Justicia poética quizá? ¿Merecía un juicio? ¿La guerra es así? No me pongo timorato, oiga. Este tío se enorgullecía de haber asesinado a miles de personas, y a mí no me pesa en exceso que se lo hayan cargado, pero hay algo en todo esto que me parece que no comulga del todo con la moral occidental. Ya lo sé, no me voy a poner ahora pazguato: asumo que hay mucha basura bajo la alfombra de Occidente. Por eso no me extraña que la gente en el chigre diga: “¡¿Qué se lo han cargado y han tirado el cuerpo al mar?!” “Pues sí, sociu, pa’que no peregrinen a donde lo entierren.” “¡Qué va, ho! Esi está en Jamaica, afeitau y con una piña colada metida en un coco. Prometió a los americanos que lo deja y que no sal más en la tele. Y eso ellos lo han firmao dejándolu en paz.” “¡Qué desconfiau yes, Fredín!” “Yo, mientras no vea el cadáver, no lo creo.” “Tampoco crees lo de Pepe y ya has visto las imágenes en la tele.” “Ya…, ¡tamién ye verdad, sociu!”
Sociedad de la información, sociedad del escepticismo.
viernes, mayo 06, 2011
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