Nunca ha querido ser una forajida, aunque siempre le han gustado las pelis en las que un personaje reacio a la violencia se ve forzado a usarla para salvar al pueblo, a la chica y al ganado.
Conduce nerviosa, pues tiene que presentar un proyecto en Madrid. Ella es freelance desde hace un año. Vamos, que la echaron y ahora trabaja por su cuenta. Un chollo con trampa: no tiene jefes, ni horarios, pero de ella depende el teléfono, la luz, la contabilidad y hasta la persecución de los clientes, que pagan tarde, mal y algunos, nunca. Aún así se siente afortunada pues casi todos sus clientes son grandes empresas… que casi siempre te piden las cosas para ayer. Y como ella es nueva, y tiene que pagar autónomos y demás, no se atreve a decir que no a nada.
Ayer la llamaron para ir hoy a Madrid (sí, hoy, sábado). Quieren verla, que les presente un boceto para un trabajo. Es una importante empresa que le debe dinero (pagan a 120 días) y quieren encargarle otro curro, esta vez más gordo. Está contenta, si sale, cuatro o cinco meses más ocupada. Por teléfono le han dicho que no era seguro que se lo diesen, pero que era muy probable que sí. Eso sí, el jefazo quería verla hoy y que le contase qué enfoque le daría. Ella propuso hablar con él por teléfono, e incluso por Skype, pero no, el jefe es de los antiguos y quiere verla en sábado. Su interlocutor le ha dicho que es un “tío” muy estricto, muy chapado a la antigua, muy protocolario.
Anoche intentó comprar un billete de avión, pero viendo los precios, y que luego tendría que coger un taxi para llegar a Las Rozas -donde está la empresa-, decidió pedirle el coche a su padre, convertido ahora en su socio capitalista y logístico gracias a su pensión y a su Renault Megane.
Se acostó tarde preparando la presentación y ahora va por la A6 con el tiempo justo, le pisa y piensa en la pasta que le cuesta pasar el coche de 3000 vueltas. Y además, no está segura de si ya ha entrado en vigor la ley de los 110 para ahorrar. Ella no puede llegar tarde, el coste de llegar tarde puede hacer que no consiga el curro, pero una multa la destrozaría. Le hace gracia la paradoja. El gobierno quiere que no corra para ahorrar. Ella no quiere correr para ahorrar. No quiere gastar, no quiere infringir, y no quiere pagar una multa, pero ha de llegar para conseguir el proyecto. A ratos va a 130, incluso en algún momento a 140. Decide no pensarlo y pone música. Es un CD variado, hecho con canciones bajadas de Internet. Le entra la risa cuando la canción que aparece es “Luché contra la ley pero la ley ganó”. Se siente James Stewart en una peli de sábado por la tarde. Se abandona a su destino.
jueves, marzo 03, 2011
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