jueves, diciembre 16, 2010

Fiebre

Dolor de huesos, la espalda como si le hubiesen roto una silla sobre ella. La cabeza le late en cada movimiento. Lleva así varios días. Sobre el sofá, ahora convertido en trinchera, mantas hechas un gurruño. Kleenex sobre la mesa de centro, vasos con posos de Couldina, tazas de té, el termómetro…

Todo su salón está como su organismo: desordenado en la lucha contra los virus, que le han atacado aprovechando el frío. Le llaman los que le quieren. ¿Quieres que te llevemos algo?, le preguntan. No gracias. No necesita nada más que curarse. Es un catarro, o una gripe. Nada raro, nada grave. Ahora ya no va al baño como los primeros días, ahora come y duerme y ve la tele cuando le deja la cabeza y la incómoda febrícula. Le gustaría leer o ver una peli entera, pero no puede. Los virus limitan su atención, desenchufan su sistema operativo, que opera ahora a modo de fallos. Por eso hace zapping y duerme. Y no distingue vida de sueño. Oh, mísero de él.

Ve en la pantalla plana a Rodríguez Menéndez gritarse de forma transoceánica con María Antonia Iglesias. Cree recordar que el letrado (aunque ahora parece bastante iletrado) hace una semana hizo lo mismo con Belén Esteban. Piensa que es la fiebre que le hace delirar. Lo mismo le da una que otra. Cierra los ojos y ahora ve al prófugo brindando en una cama llena de peluches con Shakira, convertida en burbuja de Freixenet. Suda. Tose. Todo le parece posible. Despierta. Noticias, última edición. ¿Ya es tan tarde? Otra Couldina. Estado de alarma hasta el día 15. Cree ver a Zapatero corriendo por Barajas acompañado de Bruce Willis, ambos en camiseta de tirantes y descalzos. Duerme toda la noche, y sueña con una entrevista de Assange en AR. El bocachancla de estado para unos, ciudadano ejemplar para otros, cuenta que le han retenido en una cárcel inglesa con muebles de Ikea, sin ordenador, sin fax…, ¡y sin teletipos! AR le dice que es inhumano. Despierta con frío, tiritando. Se cambia de pijama. Está empapado. Cae de nuevo rendido, esta vez en la cama. Rajoy conversa con un doble de Rocky en la sección de candidatos de Mediamarkt, y comienza a sonar la música del Almendro(¡Vuelve, a casa, vuelve!) mientras Cascos entra corriendo por un pasillo. Rajoy le dice en voz baja a Rocky que no lo tiene claro, que si tiene algo más barato.

Tras un fundido a negro se despierta ligero. Respira por los dos orificios nasales. Qué raro. Llevaba días sin hacerlo. Se pone el termómetro. 36,5. Va al baño y se mira al espejo. El pelo alborotado, la barba de tres días, pero tiene buena cara. Abre la ducha para limpiarse todos los virus que ya ha expulsado. Él ya está bien, ha domado sus virus, su fiebre ha remitido. Ordenará el salón en cuanto salga. La realidad, sin embargo, sigue con gripe. Sigue embotada.

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