jueves, septiembre 23, 2010

Claro y meridiano

Su adicción al trabajo le obliga a comer basura. Muchos días lo hace sentado en su despacho, manchando papeles y corbata. Nunca pensó que un abogado de postín como él se viese tantas veces obligado a comer tan mal. Al menos un par de veces por semana acude a por un kebab a un establecimiento que regentan unos chicos kurdos debajo de su bufete. Abren todos los días y a todas horas. Los fines de semana, por las noches, están abarrotados de adolescentes borrachos. Curran muchas horas, como él.

El pasado jueves, tras el mostrador estaba un chico nuevo, más joven que los que él conocía. Le pidió uno para llevar y le preguntó si también era kurdo. “Yo Pakistan”, contestó el chico mientras preparaba el pan y encendía la enorme parrilla giratoria. Él asintió y se dispuso a esperar mirando las noticias de la televisión. El chico, mientras cortaba el inmenso bloque de carne, al oír una noticia relacionada con la huelga general, le preguntó en un torpe español: “Día 29 todo el mundo no trabaja, ¿no?”. Él intentó hacerle comprender el funcionamiento de una democracia occidental: “Bueno, va a la huelga el que esté de acuerdo con ella… El que quiera, puede trabajar”. El chico frunció el ceño: “A mí dijeron cerrar, porque vienen y rompen cristales si abierto”. Abandonando su estrategia pedagógica en un intento de proteger a su interlocutor del daño de las grietas de la democracia occidental le recomendó que sí, que mejor cerrasen, que casi todas las tiendas estarían cerradas ese día. “Sí, cerrar” contestó resignado el chico mientras ponía lechuga y tomate en el exótico bocadillo. Él pensó en piquetes y en la luz del despacho y se anotó mentalmente no encender la luz de la calle ese día. Mientras pagaba, el chico le volvió a preguntar: “¿Y esta huelga para qué?”. Él sonrió y se encogió de hombros, pero aún así contestó: “Para protestar por la reforma laboral”. “¡Ah! Por paro y crisis” dijo el elocuente paki: “¿Y gobierno qué hacer? ¿Zapatero qué hacer…? Zapatero no sabe de crisis. Zapatero no compra pan. Crisis todo el mundo. No España. ¡Mundial!”. Recogiendo la vuelta le dijo que sí, pero que los sindicatos no creían que las medidas que había tomado el gobierno fuesen a ser buenas para salir de la crisis y que por eso convocaban la huelga. El chico, mostrando con una amplia sonrisa sus dientes blancos, se sentó en un taburete y dijo: “¡Ah, sindicatos! Claro, como sindicatos son de PP y gobierno PSOE”. Y tras oír esto, él se quedó callado mientras el pakistaní abría un libro, satisfecho, como si ya lo hubiese entendido todo, y comenzaba leer. Él cogió la bolsa con su avituallamiento y caminó hacia su despacho pensando que, quizá, fuese mejor no entenderlo todo para entender algo.

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