sábado, febrero 03, 2007

Asomado a la leyenda

Phil Kaufman miró sorprendido las llamas, en un breve instante de lucidez que se abrió en medio de la tormenta neuronal que experimentaba. Hasta ese momento sonreía y lloraba y flotaba sobre el desierto, ligero, sin peso en su cuerpo. Pero durante unos segundos contempló el fuego y sintió un olor que le recordó las barbacoas de los bares de carretera. Se horrorizó de la escena, de la situación, y sintió pena, pena por él, dolor por su amigo. Por su amigo, que corrió sin freno por la vida, por su amigo, su amigo con un don que él había envidiado, su amigo, envidiado por tantos otros, su amigo de talento, de verdadero talento, con una sensibilidad tan pura como destructiva.

-¿Qué estamos haciendo? -se preguntó al ver la piel de Gram tensándose y ennegreciéndose.

Duró poco la luz en su cerebro y comenzaron de nuevo las luces, las luces de antes, amplificadas por el fuego. Y vio el alma del cantante flotar sobre los extraños árboles de Josué. Y le despidió con los ojos entrecerrados antes de caer semiinconsciente sobre la tierra.

1 comentario:

Ur dijo...

Sobrevivir al genio creativo, al éxito, a la joven sangre caliente... hay que tener muy bien puestas las neuronas y bien equilibrados los neurotransmisores para que no quede un envoltorio roto más en el camino. Sobre todo cuando el desequilibrio, los lugares fronterizos, son puntos de visiones diferentes y por lo tanto creativos.

http://old.pagina12web.com.ar/2001/suple/Radar/01-09/01-09-02/nota4.htm

Un saludo.