Hubo un dolor en el malecón, un dolor clavado en los bloques de cemento, un dolor que soportaba las olas, que no se dejaba erosionar..., un dolor al que no se adherían las algas.
Creció este daño en el alma del puerto lentamente, casi era imperceptible para los pescadores. Alguno creía haber oído quejarse al gran dique en alguna ocasión, pero claro, cuando se deja el puerto para irse a faenar uno cree oír muchas cosas.
Un día de nortada el pinchazo agudo fue tan intenso que el rompeolas no pudo más, fue tan doloroso que cedió al ímpetu de la mar.
Perdieron tanto con el empuje del Cantábrico que el pueblo vivió una tragedia. Y las mujeres lloraron sentadas en las desvencijadas nasas y los hombres maldijeron su torpeza, pues sabían que el malecón estaba, desde hacía tiempo, herido de muerte y que ellos no habían prestado suficiente atención a sus quejas inertes. Por eso ahora, cuando ponían rumbo a la mar, el salitre humedecía sus ojos porque veían descansar bajo las olas al roto dique y con él… a muchos de sus sueños.
miércoles, abril 27, 2005
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5 comentarios:
Esta vez si soy yo, maestro. Muy bonito también pero muuuy triste y muy gris.
Bueno, en mi opinión la belleza y la emoción son tristes. No pueden ser otra cosa... Ese dique, tan bien trazado que se oyen los quejidos de la piedra, esos hombres con los ojos bañados en lágrimas de sal... Son unos textos magníficos. Y lo sabes.
Después de las lágrimas debe venir la busqueda de nuevos sueños, sino más vale que las olas nos lleven con ellas. Los sueños son los que nos mantienen a flote, a lo que nos aferramos cuando no queda nada a lo que asirse.
El post es triste pero la tristeza forma parte de nosotros igual que las bombonas de la Campa están presentes en el paisaje de nuestra vida, y no hay nada más decadente y a la vez bello que esas bombonas.
Anonymous 1: Muy gris y triste, como algunos días de invierno en el Cantábrico, como el cemento y la piedra de los diques. En el próximo habrá más luz...
Anonymous 2: Me sonrojo. Muchas gracias. A algunos nos gusta la tristeza, pero hay que moderarse o nos acabamos enganchando.
Mara: Vendrán nuevos sueños al pueblo marinero. Pero los esqueletos de los sueños perdidos estarán siempre ahí como parte de la vida..., como una de las partes más duras y a la vez más enriquecedoras de la existencia. ¡Coño, me pongo de un intenso...!
"los esqueletos de los sueños perdidos", de verdad que sí te pones intenso, pero sin perder naturalidad... Me encanta ese concepto, esa frasecilla...
Aplauso de nuevo.
Ah, y no creo que la tristeza enganche. Más bien es una especie de condición genética. Se tiene o no se tiene. Y punto. A mí cada vez me produce menos vergüenza.
(anonymous 2)
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