viernes, agosto 05, 2011

Para limpiar

Este artículo no tiene intención de ser irreverente. Sé que con este comienzo muchos de ustedes buscarán faltas de respeto entre cada línea, por eso de la “excusatio non petita, accusatio manifesta”, pero aviso de mis intenciones de antemano porque no sé si en mi prosa podrían filtrarse ironías de mi subconsciente profundo, sin yo pretenderlo.

Este texto quiere hablar de las paradojas del mundo, de las paradojas en las instituciones. Quiere hablar de este mundo hiperconsumista que tantas veces denuncio en este espacio y que yo, por caprichoso y pecador, abrazo en mi día a día. Pues yo mismo soy parte de este mundo paradójico. Yo y el Papa.

He visto durante esta semana en las noticias la que se ha montado en Sol. Los no muchos indignados que quedaban acampados en la plaza han sido desalojados, y por ello, varios millares de personas se han sumado a la protesta, para recordar que la cosa sigue pintando mal. Peor diría yo, tras enterarme de que la banca sigue teniendo beneficios y que las aseguradoras siguen manejando nuestras vidas con sus valoraciones de nuestra solvencia. Solvencia que ellas ayudaron a dilapidar. ¡Qué paradoja!

Parece ser, dicen los maledicentes, que todo esto tiene que ver con la visita del Papa. Que los organizadores de la visita del hacedor de puentes no quieren que vea cómo una parte de los españoles están tirados a la calle protestando por la gestión avariciosa de este sistema económico.

A mí, que soy de lo más naïf, me parece que el Papa estaría encantado de ver cómo un buen grupo de españoles protesta contra un sistema de valores que ensalza el consumo. Es más, en todas sus intervenciones él mismo denuncia, igual sin gritar mucho, los desmanes de Occidente, la crisis de valores de esta sociedad, que vive apartada del Evangelio.

Está claro que las formas de los papistas y las de los “indignados” son diferentes, pero el mensaje es muy similar: un mensaje de cambio. Y lo importante es el verbo. Lejos de las apariencias. ¿Cómo no va a poder el Papa y los papistas tender un puente de diálogo?

Ahora viene lo irreverente, no se crean que me he olvidado: Una marca de papel higiénico ha sacado rollos con los colores vaticanos para que los peregrinos que acudan a la vista papal se los lancen a modo de serpentinas. Han bautizado la acción como “de buen rollo con el Papa”, y los jóvenes que acudirán a verlo se los tirarán con la ilusión de un niño el día de la cabalgata de Reyes.

Y yo creo que, o el mundo está loco, o Dios, a través del departamento de marketing de una empresa de higiene, le está lanzando al Papá y a los papistas no solo papel, si no un mensaje para que cambien su actitud. Porque todos sabemos para qué se usa el papel higiénico.

Afortunadamente dentro de la Iglesia Católica hay más voces que la del Papa y los papistas. Y algunas de ellas están en Sol.

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