martes, julio 26, 2011

Donde surgen los amores

Les presentó en la playa de San Lorenzo, la que lo arregla todo.

Camina como un dandi por el muro. Le gusta ir vestido de chaqué a pesar del calor de esta tarde plomiza de julio. Se siente Quijote. Canturrea el “Soy de aquellos que sueñan con la libertad. Capitán de un velero que no tiene edad…”Nota duros los zapatos, que casi no se pone. Sin aflojar el paso se coloca los gemelos. Se nota contento. Le gustan las bodas. Y las de los buenos amigos, más.

Afortunadamente no ha llovido y la ceremonia ha sido un éxito. Eso decía todo el mundo a la salida de San Julián. Sermón corto. Carta a los Corintios. Qué guapa la novia. Él, nervioso. Y todos los tópicos, que no por repetidos dejan de ser ciertos.

Juan, su amigo del alma, se ha casado y se ha casado con la chica que hace cinco años él mismo le presentó aquí, en la playa, en aquel verano soleado pero gris para su amigo, que no levantaba cabeza tras la ruptura con su anterior novia.

A la altura de la Escalerona se cruza con varias chicas con moño y altos tacones. Van en dirección contraria. Tras ellas, varios chaqués. Sobre los chaqués, caras conocidas. Los saluda y sigue caminando. En el Campo Valdés ve corrillos de invitados. Reconoce a algún antiguo compañero de clase. Se para a hablar con uno de ellos. “¿Qué? ¿De boda, no?” “Pues sí” “Yo también” “Voy al club de Regatas” “Nosotros al NH” “De punta a punta” “Ya, ¡qué casualidad!” “¿De quién es la boda?” “¡De Rocío!” Piensa un rato en Rocíos. Rocío, Rocío… “¡No…!” Tras una ligera conversación le da la mano a su interlocutor y asciende dejando la iglesia a la derecha.

Está sorprendido. Supone que estas cosas pasan más a menudo de lo que se piensa, pero aún así... Entra al Club y los invitados ya están con la croqueta y la copa de Rueda en la mano.

Se acerca nervioso a su novia y a sus amigos. “Vengo ojiplático” dice. “¿Por?” le pregunta su novia. “¿Sabéis quién se casó ahora mismo ahí abajo?” les dice con suspense. “Claro, chico, Rocío y el tipo ese” contesta resuelta una amiga. “Ah, ¿pero lo sabías?” vuelve a preguntar más sorprendido. “Si llevamos meses hablando de ello. Tú no te enteras de nada…” le reprende su novia.

Se hacen fotos con los novios, beben, ríen, y cuando el maître les invita a pasar al salón para el banquete, él se queda mirando la bahía. Le parece distinguir, tras el Abba la terraza del NH. Allí estará Rocío, la que fue novia de su amigo durante tanto tiempo, vestida de novia y casándose con el que les separó. Mientras, a este lado de la playa él también se casa.

¡Menudo guión de culebrón! piensa. Aunque no le extraña, en una ciudad pequeña, los malos guiones abundan. La vida a veces es poco verosímil.

Las nubes que oscurecen el mar crujen de pronto y comienza a llover. Corre dentro. En la barra de la entrada se sacude las gotas que le han caído sobre el traje. Se acerca a uno de los grandes ventanales. Piensa en que la lluvia ha respetado a los novios y piensa en el dicho de “novia mojada, novia afortunada”. Y lo piensa por la novia de su amigo, esa chica del bikini rosa que le presentó en la 13 hace cuatro años… y también por Rocío, tan denostada ahora por su círculo de amigos.

Las cosas pasan para bien. Y esta playa lo arregla todo.

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