Chris McCandless (Alexander Supertramp) quiso vivir buscando la verdad, sin importarle las consecuencias que tuviese esa búsqueda para él o para los que le rodeaban. No quería amor, no quería compasión, no quería calor, quería encontrarse a sí mismo, solo, vivir como un hombre desnudo, como un mono desnudo que diría Desmon Morris. Huyó e hirió, y fue sincero y consecuente. Y encontró. Encontró que la felicidad sólo es posible cuando es compartida.
A veces nos cuesta ver lo que tenemos delante de los ojos. Nos cuesta apreciar lo que tenemos, tememos perder, nos pesa el coste de oportunidad. Vivimos echando en falta, no valorando. A veces, sólo perdiendo ganamos realmente.
De tantas cosas he de estar agradecido, y de tantas me quejo…, y tantas doy por hechas. Las complicaciones de la vida moderna nos apartan de lo realmente importante. Y es tan fácil dar.
Temo haberme vuelto un naif new age, haber perdido mi espíritu crítico, mi acidez y mi desconfianza tan característica, mi cinismo existencial. Aunque en realidad lo deseo. La angustia y el dolor llegan solos, no veo por qué les vamos a allanar el camino. Estoy cambiando de atributos. Ojalá los viejos afloren cada vez menos.
Si monto una secta, empezad a preocuparos…, o apuntaos.
sábado, agosto 30, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Menuda historia.
Y qué buena película ("Into the Wild" por si no la has visto).
Rastreando a otro Pelayo, he llegado a tu blog por casualidad... o tal vez no.
Yo llegué aquí buscando apuntes de filosofía. ¿Publicaste la novela?
habrá que apuntarse...
Publicar un comentario