martes, marzo 18, 2008

El eterno retorno

Un río de dolor y miedo hace que el silencio inunde la página de blancos durante meses. La voz enmudece paralizada por la duda. Qué decir y por qué. Sobre todo por qué. Para qué.

En tiempos de glotonería lectora, se desarrolla una obesidad intelectual que no produce lo que debería. Ya saben ustedes que me abruman los buenos, los admiro con envidia. Algún psicoanalítico me dirá que he de matar al padre, a los padres intelectuales, literarios.

El deber hacer, el miedo al fracaso y la pereza: tema recurrente de este blog.


Encontré recientemente en un maravilloso escritor, que además de saber escribir sabe sobre escritura, el siguiente parlamento en boca de uno de sus personajes: un profesor de literatura de Stanford que le comenta a un amigo por qué sus libros, los que él mismo había escrito, eran malos y por qué había dejado de escribir.


“Son malos […], pero son lo mejor que podía hacer en ese momento. Los grandes libros jamás se escriben. Las personas que podrían hacerlo no saben escribir, que tiene su truco. Cualquier tonto que aprenda el truco de escribir puede hacerse famoso si está dispuesto a trabajar. Dade [el hermano del personaje que habla, al que este admira como hombre de acción] ha olvidado más de lo que yo sabré en toda mi vida. Es un solitario. Nadie sabrá nunca lo que Dade sabe, acerca de cualquier cosa, de todos y cada uno de nosotros, de nuestras mentiras, las buenas y las malas. Yo sé escribir, pero ¿y qué? Dejé de escribir porque me di cuenta de que no es más que un truco.”



Ya tengo otra excusa…, y sin embargo no me siento satisfecho.



¡Ah! El texto es de “Cosa de Risa
” de William Saroyan. It's worth reading.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pensé que no volverías a escribir por aquí...