Lao-tsé, preocupado por los grandes misterios del mundo, se marchó de su puesto de funcionario a las montañas, abandonando el bullicio, para dejar que el Tao fluyese en él, sin entorpecerlo con afanes humanos, con ajetreos estériles propios de los hombres. Quiso ser parte del orden cósmico (¿es esto una redundancia?), como las estrellas, como las espuma que sigue a la ola, como la muerte que sigue a la vida y la vida que no cesa aunque sepa que hay muerte.
Quieto, carente de inquietudes, como el junco que se dobla con el viento, dejando hacer al Tao, comprendiendo que sólo librándose de la voluntad y del deseo se alcanza la paz, se alcanza la calma. Se hubieran llevado bien Lao-tsé y Gautama.
Volver a ser parte del todo, con una conciencia superior a la nuestra.
Quieto, carente de inquietudes, como el junco que se dobla con el viento, dejando hacer al Tao, comprendiendo que sólo librándose de la voluntad y del deseo se alcanza la paz, se alcanza la calma. Se hubieran llevado bien Lao-tsé y Gautama.
Volver a ser parte del todo, con una conciencia superior a la nuestra.
Oh my mornings coming back
The whole world’s waking up
In the city buses are swimming past
I’m happy just because
I found out I’m really no one
At The Bottom Of Everything
Bright Eyes
2 comentarios:
Mi bebé de 4 meses ha alcanzado el Tao: no conoce el yo, ni la resistencia, ni la procesión, ni el detenerse.
Pero por aquí solo fluye el Nervión. Eso puede desquiciar a cualquiera.
Desde luego no alcancé el Tao. Soy demasiado personal, activo y arraigado en el mundo que me oprime.
Tampoco lo pienso intentar. Porque, a pesar de todo, en algún momento soy feliz.
Publicar un comentario