martes, marzo 29, 2005

Dedicado a los seguidores de la moda, en una soleada sobremesa.

¡Qué bonito es estar guapo! Gustar y gustarnos…, porque nos gustamos gustando. ¿Habrá mayor falacia que el “ande yo caliente, ríase la gente”? Llega el buen tiempo y estamos obligados a mostrarnos, hay que esconder los jerseys, los abrigos y cazadoras, y mostrar las blancuras y los michelines, la piel de naranja y los granitos de sudor. ¡Qué difícil comprar ropa para el buen tiempo! La ropa de verano nos enseña tanto… Con lo fácil que es esconderse en invierno tras una buena prenda que nos preste su calidad para mejorarnos (y no hablo sólo de apariencia, que también, sino para mejorarnos en todo: para darnos clase, para darnos estilo, para demostrar que sabemos comprar -a la moda, pero sin ser fashion victims-, para demostrar que sabemos seguir las tendencias pero también mantener nuestra personalidad). En cambio, en verano, con el sol y el calor, es tan difícil. Hay que exponerse tanto… Ser un poco más uno mismo en sentido estricto… Aun así, hay complementos con los que desviar la atención de nuestras carnes, huesos y pieles; más sutiles, más minimalistas si se quiere, pero los hay.


Aparentar ser buenos nos hace mejores..., porque algunos hasta nos lo terminamos creyendo. Lo realmente difícil es saber qué queremos aparentar: ¿qué es ser buenos?

...

¡¿Qué post más raro?! Parezco Celaya convertido en metrosexual escribiendo en la edición pocket de la revista Glamour

... No sé si era eso lo que quería aparentar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ropa de verano, blancuras, esos condenados rollitos que se empeñan en rodearnos en un abrazo cruel y persistente..... Ayer sin ir más lejos tuve mi primer “face to face” con el espejo de un probador.
Será porque era lunes (siempre un horror y ayer más aún después de 9 días sin curro) y me encontraba en ese estado del que sólo la tarjeta de crédito puede sacarte, el caso es que al pasar por Pull & Bear (es lo que tenemos los proletarios, nos conformamos con poco, que diablos!! no nos queda otra!!!) ví en el escaparate una prenda que llamó mi atención. Para mi sorpresa ya estaba agotada (se ve que el 80% de las mujeres de Gijón tenemos gustos parecidos o poca pasta, me inclino por lo segundo). No obstante no decaí en mi empeño y armándome de valor decidí probarme una camiseta de tirantito fino. Horror!!! No prueben a hacer eso en Marzo sin haber tomado las medidas oportunas, es decir, tener un mínimo color en la piel, dejar de zampar pizzas y hamburguesas que se instalan irremediablemente en tus pequeños bracitos (que descubrimiento más cruel...) y no ir de jersey de cuello alto (el impacto visual es brutal). Del probador de al lado me llegaba la voz de una madre que le decía a su hija la dolorosa frase: “no es el que te guste hija, es el que te quede bien”. Yo imaginaba a esa adolescente queriendo meterse en la 36 cuando ella era claramente una 42 y me llenaba de ternura. Qué crueles pueden llegar a ser los espejos de los probadores!!! La dependienta esperaba ávida a que saliera (claro ella iba tostada de lámpara hasta el alma y se ve que desconoce que existe el McDonalds) y me espeta: “¿qué tal? ¿te la llevas?”. En ese momento una sonrisa cruzó mi cara y dije: “sí, es perfecta”. Salí de allí y me encaminé a regalarme unos discos (siempre es más seguro, esos sientan bien de invierno y de verano) y un perfume para Pablo.
Ahora la camiseta descansa al fondo del armario en la misma bolsa azul. Que se espere un poco, hay mucho que hacer hasta el verano.....

Anónimo dijo...

Pues sí