domingo, enero 23, 2005

Escuchando la vida

Inauguro, en esta reorganización de pensamientos que es Xivares, la serie “Escuchando la vida”. Historias que me pasan rozando y que, de alguna manera, me impresionan.

Aquí va la primera:


El "Know-how"

Y llegamos a IKEA, una nave llena de viviendas sin inquilinos. Salones, dormitorios, cocinas y baños que esperan habitantes. Su orden meticuloso y su, a ratos, estudiado desaliño sólo es producto de su falta de vida. Y por allí pululando, gente en busca de artefactos con los que llenar su existencia.

Veo a una pareja escoger una cama en la que quizás conciban a sus hijos..., y sé que, mientras se sientan en ella para probarla, no son conscientes de ello. Ella piensa en qué tal quedaría con las mesitas que heredó de su abuela, esas que le gustan tanto porque le recuerdan su infancia, cuando su padres salían y ella se quedaba a dormir en casa de la "yaya". Mientras, él piensa en el modo de financiación y en el aumento de sueldo que sabe que se merece -Joder, si curro como un perro-.

Los vuelvo a ver después en la planta baja.
-Así que tenemos que montarlo nosotros.
-Pues sí, pero es facilísimo.

Y les miro, y me ven mirando. Y sonrío, y me sonríen.

Montar la cama, montar su vida... Espero que tengan buenas herramientas. Les aconsejaría que tuviesen una llave allen para la cama, pero no sé muy bien la herramienta necesaria para el resto...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace un día de perros. Salgo de casa de mis padres, es domingo, una buena comida, ahora solo quiero irme a mi casa, ponerme las zapatillas y tirarme en el sofá a ver una película donde brille el sol. Ha enfriado, la lluvia cae implacable, esa lluvia fina que parece que no moja pero que te acaba calando hasta los huesos. Me pego todo lo posible a la pared tratando que las cornisas eviten que me agarre un buen resfriado. Dejo atrás escaparates apagados donde descansan zapatos, chaquetas o móviles que esperan al ajetreo del lunes. Paso al lado de una sidrería, en su interior apenas hay un par de parroquianos en la barra, unas mujeres tomando unos bitter kas en una mesa mientras sus maridos juegan “la partida” en la de al lado y más allá una mesa ocupada por una pareja. Me llaman la atención estos últimos. Son jóvenes, más jóvenes que yo, y están allí sentados uno al lado del otro un domingo a las cinco de la tarde. Él está de brazos cruzados mirando hacia el frente y hacia lo alto mientras ella come cacahuetes. Sigo la mirada del chico y observo que está viendo el fútbol (debería haberlo imaginado). La muchacha, que tendrá unos 22 años, toma un trago del vaso, posiblemente un mosto, y sigue comiendo cacahuetes con cara de aburrimiento.
Aprieto el paso y me subo los cuellos del abrigo dejando atrás aquella pareja que más que una pareja parece una “despareja”.
Mara