Estaba excitado, como el día de Reyes. Notaba un ambiente alegre y tenso en casa, lo llevaba notando unos cuantos días, y él, contagiado por su padre y por su abuelo, gritaba sin sentido y le pegaba patadas a un pequeño balón por el pasillo de casa de su abuela. A sus cinco años ya había ido a más de un partido del Sporting, y en la tele ya había visto muchos del Real Madrid y del Barça. El miércoles, después de no comer casi y de enfadar a la abuela, y después del “dejaalguaje,queestánervioso”, y del “nerviosoleponéisvosotros”, se sentó en el suelo, junto al sofá. Su primer Mundial, su primer Mundial consciente. “¿Ypapánoveelpartido?”, “Looiráporlaradio.Estátrabajando”. Así que allí estaba él, en casa de los abuelos, vestido con el pantalón corto del Sporting y una camiseta de la selección con el nombre de Villa a la espalda.
España corría por Sudáfrica y el abuelo le decía a la abuela que estaban jugando bien, que aquello era un equipazo, que la que les iba a caer a los suizos. Pero pasaban los minutos y él no veía goles. Cuando le hacían una falta a Xavi o a Villa el abuelo se quejaba y él se ponía de pie y protestaba aún más y decía: “¡Falta,ho!”, y se retorcía por el suelo y “nohagaseltonto”, decía la abuela. Y así acabó el primer tiempo, y cuando llamó su padre para hablar con el abuelo él no quiso comerse el yogur con el que le perseguía la abuela. Y el abuelo le decía a su padre que cómo jugaban estos, pero que iba ser difícil abrir la lata y él pensaba que le querían dar bonito para comer y le dijo a la abuela “¡noquierobonito,eh!”. Y la abuela pensó que el niño estaba como su marido y como su hijo: tonto por el dichoso fútbol.
En la segunda parte el abuelo estaba cada vez más nervioso y cuando llegó el gol de Suiza él se lo perdió porque estaba mirando los dibujos del pequeño balón que tenía entre las manos. Y el “¡mierda!” del abuelo le hizo mirar la tele y vio a Piqué en el suelo y a Casillas con cara de cabreo. Y después el abuelo dijo “haytiempodesobra”, y el tiempo iba pasando y el partido terminó con el mismo marcador. Y él no entendía que Suiza hubiera ganado a España. Pensaba que a España sólo podía ganarla Brasil o Argentina o quizá Inglaterra, eso había oído en casa. Y su padre volvió a llamar y habló con el abuelo mientras él le miraba sin saber qué hacer. Cuando el abuelo colgó le preguntó si ya se había acabado el Mundial y el abuelo le dijo que de momento no pero que estaba más difícil. Y él tirando el balón por el pasillo con una patada torpe dijo “¡goooooldeVilla!” y el abuelo suspiró “aversiesverdad”.
jueves, junio 17, 2010
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