En las sombras de los ocalitos que bordean la autopista A8 hay recuerdos refugiados que van y vienen según se mueve el sol. Van del prado al asfalto, huelen el salitre cuando sopla viento del norte, se cobijan en la cuneta, se acomodan en los quitamiedos y se deshacen cada atardecer.
Y cada vez que pasó por allí y me fijo en ellos, los noto cambiados: más maduros, más hechos, más memorables…
lunes, julio 04, 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario